Educación pública: trampa o esperanza

La educación pública en el Perú es una ruleta rusa donde pocos niños y niñas se salvan. Mariana de Althaus lo expone, sin filtros, en su última obra.
‘La vida en otros planetas’ va hasta el 17 de diciembre, en funciones los jueves, viernes y sábados, 8 p. m. y domingos 7 p.m. en el Auditorio ICPNA Miraflores. (Foto: MARINA BURGOS)

‘La vida en otros planetas’ es la nueva obra de teatro, escrita y dirigida por la dramaturga peruana, Mariana de Althaus. En ella, se recogen los testimonios de profesores y alumnos de escuelas públicas de diferentes ciudades del país y revela una problemática que es muy importante atender si buscamos un mejor futuro para el país.

Después de realizar su investigación Mariana de Althaus asegura que sí hay profesores que logran cambiar la vida de sus alumnos.

–¿De qué se trata la obra?
La obra se enfoca en lo que está pasando en la educación pública y como los profesores se están enfrentando al desafío que les plantean las nuevas condiciones de educación: estudiantes pospandemia, la invasión de las redes sociales, padres poco involucrados con la educación de sus hijos y cómo ellos se tienen que hacer cargo de todo eso. Además, preguntamos ¿si se les está dando o no las herramientas necesarias como, por ejemplo, ayudar a sus estudiantes a salir de la pobreza?

–¿Muchos de los maestros de estas escuelas son héroes?
Justamente les pedimos que sean héroes, pero no tendrían que serlo para cumplir con su labor educativa.
Sin embargo, las condiciones son tan adversas que se ven obligados a sacar una especie de heroicidad para poder realmente guiar a sus estudiantes.

–¿Cómo investigaste para esta obra?

Primero leí el libro de Daniela Rotalde que se titula “Desde el Corazón de la Educación Rural” que cuenta las experiencias de tres profesoras dentro del programa “Enseña Perú”, donde profesionales de diferentes carreras salen de la universidad para enseñar dos años en una escuela pública rural. De ese libro extraje dos historias que me conmovieron muchísimo. Son historias de profesoras que durante dos años enseñaron en la punta del cerro. Además, entrevisté a profesores de carrera docente en diferentes partes del Perú y realicé una encuesta a más de 50 ellos. Todos ellos de escuelas públicas. Con todo ese material reuní seis historias concretas de seis profesores y se entrelazan a lo largo de la obra.

Todos los actores de esta obra estudiaron en colegios públicos y sus experiencias también han sido incluidas en el guión.

–En base a tu investigación, ¿cuál dirías que es la realidad de la educación en el Perú?
La realidad de la educación en el Perú, no sé si podemos transmitirla porque es algo demasiado complejo,
basto y enorme que esta obra no puede abarcar. La obra se enfoca en la capacidad transformadora que pueden tener algunos profesores que enfrentan el desafío de su trabajo de una manera distinta. En la educación más tradicional, vertical y punitiva se hace diferencia entre los alumnos y solo se les exige notas en lenguaje y matemáticas. En la obra, se ve como una educación basada en el afecto, en la empatía, en la atención de las emociones de los alumnos, en la valoración de las diferencias entre ellos y cómo este enfoque docente produce una transformación radical en muchos estudiantes de las aulas. Incluso en las mismas familias de los estudiantes y en la misma comunidad. Es muy emocionante ver eso y obviamente también darse cuenta que es una cantidad pequeña de profesores que pueden realizar eso.

–¿Es el teatro una plataforma donde podemos poner sobre el tapete estos temas que nos afectan como país?
A mí no me queda más que aportar desde el teatro. Es el único lugar desde donde yo puedo trabajar. Generará algún tipo de indignación que algún día podrá convertirse en acciones, pero finalmente, el teatro lo tenemos para eso: para generar preguntas, para complejizar. Ahorita estamos en una situación en la cual no se puede debatir en la política, ni en las redes sociales. No hay espacio para el debate. No hay espacio para la conversación y es en el teatro dónde si podemos ir a escuchar las opiniones distintas a las de uno, sin atolondrarse ni desesperarse. En ese caso, sí me parece que el teatro podría ser un espacio privilegiado para pensar en estos asuntos.

–¿Quiénes son los actores?
Hicimos un casting abierto a actores y actrices profesionales que estudiaron en escuelas públicas. Se presentaron como 300 personas y elegimos a Herbert Colimanya, a Alain Salinas, Conny Betzabé, Marisol Mamani, Muriel García y Godo Lozano. La mayoría han salido de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático. Es muy bonito porque en la obra no solo interpretan, sino que cuentan sus experiencias como alumnos en escuelas públicas. Se da una integración.