El pasado miércoles 25, en la librería del Fondo de Cultura Económica, Juan Rulfo, en Madrid, se dio un coloquio amazónico con la pareja de esposos conformada por la artista Chonon Bensho y el poeta e investigador Pedro Favaron, y el entonces embajador peruano en España Óscar Maurtua.
Cuando este último iba a tomar la palabra para iniciar la actividad, apareció un grupo de activistas mujeres que empezó a criticar al gobierno de Dina Boluarte por lo que viene acaeciendo en las últimas semanas en el país. Lo que dijeron, a continuación:
Quien escribe sabe muy bien que una librería es un propicio espacio para la discusión, pero lo que sucedió con las activistas tiene todos los visos de la intolerancia y el fanatismo. Las mujeres, entre varios aspectos abordados, reclamaban por los derechos de los pueblos indígenas y terminaron insultando a Chonon Bensho.
Pues bien. Lo que pasó es algo que no se dice y ya es hora de que se haga público: el discurso cultural en Perú se está radicalizando al apostar por una “verdad” que no admite opinión contraria, cuando la esencia del discurso cultural no es más que el intercambio de ideas mediante la tolerancia. Parece Verdad de Perogrullo. Lo es. Pero lo estamos viendo: un discurso cultural a la medida de la ideología, en esta ocasión de izquierda.
No creo que no exista peruano(a) que no lamente la muerte de nuestros compatriotas (entre civiles, manifestantes y el policía José Luis Soncco) y en este duro/penoso contexto la participación del intelectual/artista/creador peruano(a) está dejando mucho que desear, no porque esté mal criticar al gobierno Boluarte, sino porque en lugar de “pensar” y “discutir” el porqué estamos como estamos, o sea, ir más allá (abrir la cancha), se cierran filas. Sin embargo, resulta que estas tienen agujeros por los que se cuela la inconsecuencia que cachetea al discurso que se pretende honrar.
Ahora que medio mundo aboga por la protección de los pueblos originarios, ¿por qué no se dijo nada de este plan maquiavélico del expresidente Pedro Castillo: la eliminación de la EIB (educación intercultural bilingue) de los colegios? ¿No se supone que era el gobierno del pueblo? ¿No era este propósito una patada al legado cultural de las lenguas originarias?
En nombre de la superioridad moral se maltrató a una mujer digna y artista peruana relevante. Esa intervención en la librería viene siendo punto de justificadas críticas —no se puede defender lo indefendible, obvio—, pero que sirva también como un llamado a la autocrítica/autorreflexión: puedes llegar a ser lo que más condenas.
En CARETAS hemos reconocido más de una vez la obra de Chonon Bensho y Pedro Favaron. Va nuestra solidaridad.
A continuación, el texto que Pedro Favaron escribió sobre lo ocurrido en su cuenta de Facebook:
Fanatismo y escándalo en una librería de Madrid
Desde que estalló el actual conflicto social en el Perú, sentí que, debido a mi trayectoria de vida y la naturaleza de mis estudios sobre los saberes ancestrales amerindios, tenía la responsabilidad ética de manifestarme y de deslindar con toda forma de violencia política. Lo he hecho abiertamente y sin temor, sabiendo que me exponía en un clima signado por el odio y la intolerancia, dando a conocer mis reflexiones y tratando de hacer un llamado a favor de la paz, a la necesidad de atemperar los discursos y de encontrar otras vías para canalizar las demandas. A partir de ello, así como he recibido muchas muestras de aprecio y cariño, también me han calificado de múltiples maneras: me han dicho desde “caviar” hasta fujimorista, y que tengo la misma solvencia intelectual de una tarotista; también me han llamado “chamán blanco” y terruqueador académico, intelectual new age y que hablo desde mis privilegios, que soy pro dictadura y hasta que parezco tayta cura. Hasta ahí, todo normal, cosas de una sociedad incapaz de lidiar con un pensamiento distinto. Además, como me dicen por ahí, soy “hombre blanco heterosexual y cristiano”: es decir, la supuesta nueva encarnación del mal y el “enemigo del pueblo” por antonomasia. Así que yo tranquilo, he respondido con sobriedad y educación. Pero poco a poco el asunto ha ido subiendo de tono, y ya me han llegado amenazas de denuncias internacionales (¿?) e incluso otras contra mi vida, prometiéndome que ha de caer sobre mí la justicia revolucionaria. ¡Parece que han vuelto a la vida los hijos del camarada Stalin!

Pero todo empeoró el día de ayer, 25 de enero, cuando junto a mi esposa, la artista shipibo-konibo Chonon Bensho, realizamos una presentación de nuestro trabajo artístico y académico en una conocida librería de Madrid. La presentación contó con la presencia, anunciada días previos, del embajador Óscar Maurtua. Aprovechando esta oportunidad, un grupo de mujeres peruanas se presentaron al evento y cuando el embajador iba a dar las palabras iniciales, empezaron los gritos y las rabiosas consignas políticas contra el actual gobierno peruano. Además de ello, trataron de manera peyorativa al embajador. Decían venir en nombre de los pueblos indígenas del Perú y que era una vergüenza que se organizara un evento con una mujer indígena (mi esposa) en esta coyuntura, ya que ella (mi esposa) era, según las manifestantes, una “persona explotada”. Y aseguraron que en el Perú “nos están matando por ser cholos, por ser marrones”. Cuando levanté mi voz de protesta y dije que eso era mentira, se me vinieron encima con ladridos y a poco estuvieron de pegarme. Yo quise explicar que no era verdad que el conflicto tuviera un tinte predominantemente racial, sino que era ante todo ideológico; y también que, desde mi punto de vista, las protestas no iban a favorecer a los pueblos indígenas. Pero, como pueden ver en el video que comparto y que se ha viralizado, no me dejaron hablar. Ahora, lo que las productoras de este video omitieron es cuando les dije que ellas supuestamente defendían a los pueblos indígenas, pero no les había importado asustar con sus gritos a mi esposa y a mi hija de tres años (ellas sí mujeres indígenas, que hablan shipibo-konibo y crecidas en la comunidad), y que habían tenido que salir de la librería, con frío invernal y miedo, en una ciudad que recién conocen.
Yo me pregunto, ¿si tanto les interesan los pueblos indígenas, por qué no vinieron a escuchar los conocimientos de mi esposa? ¿Por qué no se sentaron con silencio interior y humildad para aprender de una mujer criada por una familia de médicos tradicionales y artistas? ¿Por qué no le preguntaron tranquilamente su opinión sobre la situación política y social del Perú, en vez de hablar por encima de ella? Cuando mi esposa finalmente se decidió a entrar nuevamente a la librería y a intervenir (cosa que tampoco muestran en el video), pidiéndoles dialogar con tranquilidad, que expongan sus ideas con serenidad y que la respetaran como mujer indígena, las beligerantes manifestantes la insultaron. Sí, de no creerlo: las que decían hablar en nombre de los pueblos indígenas insultaron a una reconocida artista shipibo-konibo sin tapujos, a una creadora que donde va muestra la belleza de su cultura y de sus herencias. Y mi esposa lloró. Lloró antes de hablar en la charla y lloró al volver a casa. Tuvo que hablar luego con mi madre, con sus hermanas y con sus hermanos, para tranquilizarse. Es la primera vez que ella viaja a Europa y así fue recibida, con violencia, con insultos, con racismo, pero no por los españoles, sino por mujeres feministas peruanas que dicen luchar a favor de los pueblos indígenas. Yo, la verdad, es que no he visto tanta violencia ideológica y tanto fanatismo desde las performances rituales y patriarcales desplegadas por las mujeres de Sendero en las cárceles ante la imagen del genocida Abimael Guzmán, hacia finales de la década de 1980. ¿Y así se quejan de que la gente las califique de terrucas? Terruquear esta mal, por supuesto, hasta que uno empieza a querer hacer política mediante la violencia y el terror.
Yo espero que, de manera enérgica, las asociaciones feministas y las organizaciones indígenas se manifiesten contra este acto de cobardía. ¿O es que solo se pronuncian cuando el agraviado comparte su ideología? Espero, así mismo, que mis amigos intelectuales, escritores y artistas, compartan en su muro esta denuncia y condenen sin tapujos este acto cobarde. ¿O tienen miedo? No importa que no estemos de acuerdo políticamente, ya que la diversidad es la belleza de la vida; lo que no se puede permitir es la violencia contra la reflexión académica y contra una mujer amerindia. Para acabar, solo quiero aclarar que escribo este mensaje con mi esposa al lado, estando ella de acuerdo con cada palabra vertida aquí; desde el principio de este conflicto, no he publicado nada sin habérselo hecho leer a ella y sin estar ambos de acuerdo. Así mismo decir, que, luego del incidente, el evento fue un éxito: pudimos abrir nuestro mundo hermoso (non metsa nete) en Madrid, y transmitimos nuestras palabras de amor y nuestros buenos pensamientos, nuestra invitación a la paz y a la sabiduría, gracias a las enseñanzas de los abuelos de Chonon, a los influjos de las plantas medicinales y a la luz del Espíritu. Nunca nos van a callar, nunca nos van a ver enajenados como ellos, nunca nos van a ver alimentando el odio, nunca nos van a ver infelices y resentidos. Nuestro corazón está con Dios y con la vida, hoy y siempre.
Madrid, 26 de enero 2023