La arquitectura y la fotografía tienen una alianza implícita. A través de las
imágenes podemos acercarnos a lugares lejanos, podemos difundir lo
construido, denunciar problemas y, en algunos casos, incluso entender mejor lo
que sucede en el espacio.
Una de las limitaciones, tal vez, es el hecho de que la fotografía, como medio
bidimensional, pocas veces logra mostrarnos la riqueza y las complejidades de
recorrer un espacio arquitectónico, tridimensional y sujeto al paso del tiempo.
Sin embargo existen fotógrafos que son capaces de transmitir otras cosas, que
pueden incluso complementar la experiencia real de ver y recorrer lo
construido. Tal es el caso de Eleazar Cuadros en la muestra “Lima. Horizonte
sin fin”, curada por Patricia Ciriani. En un mundo que está constantemente
saturándonos de imágenes que consumimos sin recordar, la muestra logra ser
memorable.
En las fotografías expuestas vemos una ciudad a la que estamos
acostumbrados: barrios aún no consolidados, informalidad, incluso precariedad,
pero hay un elemento en estas fotografías que transforma estos paisajes
cotidianos en escenas extraordinarias: las personas.
No solo vemos edificios o espacios urbanos, sino escenas de la vida cotidiana,
de humanidad, de creatividad. El gran formato de impresión en la muestra nos
permite percibir detalles y relaciones que en nuestros recorridos habituales de
los espacios no logramos ver.
Es, en esencia, una lección de empatía que tanta falta nos hace a arquitectos,
diseñadores, planificadores y autoridades. A través de la fotografía podemos
ver la vida en los espacios y las personas a las que estos espacios deberían
servir. Es a través de las personas, sus expresiones y sus modos de usar, que
los espacios adquieren significado.
La muestra “Lima. Horizonte sin fin” se encuentra en la Galería Martín Yépez
(Plaza San Martín) hasta el 23 de junio.