Porque nada es para siempre y hasta la belleza cansa…”, cantaba José José en El amor acaba, una de las más bellas canciones de Manuel Alejandro y este verso, aplica para todo, incluso (o sobre todo), para los programas de televisión que de tanto estirar el chicle, llegar a hartar.
Eso ha pasado con El gran chef: famosos, un programa que nació con tan buena estrella, que de haber sido pensado solo para un par de temporadas, ya va en la undécima, en menos de dos años. Fue un respiro en medio de tantos espacios mediocres, porque después de mucho tiempo había un espacio en la pantalla chica que se podía ver en familia, al extremo que gran parte del público está formado por niños, los cuales, imagino, lo ven en YouTube, porque con el horario que le puso Latina, es imposible para ellos.
Era un programa divertido, cuyos productores habían acertado en la elección de José Peláez como conductor y de Giacomo Bocchio, Javier Masías y Nelly Rossinelli como miembros del jurados y, por supuesto, también en el casting de las primeras temporadas. Como decía, se había pensado solo en un par de temporadas o, a lo mucho tres (con un repechaje); incluso ya había la promoción de un reality de esos en los que encierran a la gente para que se peléen o se chapen, pero cuando se dieron cuenta de que tenían a la gallinita de los huevos de oro, porque El gran chef se había llenado de auspiciadores.
Fui una de las más entusiastas para que el programa se mantenga e incluso cuando comenzaron a hacer cambios intentando, por ejemplo, El Gran Chef: el restaurant o El gran chef: la academia, mi posición siempre fue que si una cosa funciona de una manera, no había para qué hacer experimentos. La versión original siempre fue la mejor. Y ahora, después de varios intentos y otros tantos repechajes y revanchas en los que se repetían los partcipantes supuestamente más jaladores, están en la undécima temporada, a la que han denominado El gran chef: la súper revancha porque han mezclado a concursantes de distintas temporadas anteriores.
Y la verdad ya no solo resulta un poco aburrido ver a los mismos participantes haciendo los mismos platos, porque aunque parezca mentira, hasta las recetas son repetidas y, peor aún, hay días en los que el reto es hacer huevo con arroz, arrroz a la cubana, papas fritas, huevos cocidos y cosas por el estilo, lo que evidencia que, definitivamente, el programa ya estaba desgastado, como desgastada está la relación entre los jurados.
Y qué importante eso. Si antes transmitían una sensación familiar, porque había armonía entre todos, desde que comenzaron los problemas entre Giacomo Bocchio y Javier Masías, porque este último puso es su twitter un comentario “inadmisible” según el chef cuando falleció Alberto Fujimori (y hasta lo suspendieron por eso) , se nota la tensión en el ambiente, al punto que el día de cumpleaños de Masías cuando todos le cantaban happy birthday y le celebrababan, Giacomo, que tanto habla de cortesía, se mantuvo distante, sin partcipar en lo más mínimo, provocando una serie de críticas en las redes, porque para el público estas cosas no pasan desapecibidas.
Pero bueno, a estas alturas, estamos viendo la última temporada del año de este programa. Ojalá lo saquen al menos un tiempito del aire. Lo ideal sería intercalarlo formatos como este con otros que han tenido éxito en su momento como La voz y Yo soy, con los que hicieron lo mismo y terminaron por quemarlos. En ninguna parte del mundo termina hoy una temporada y mañana comienza otra. Se necesita un descanso ¿Larga vida a El gran chef? Quizás, pero con vacaciones.