Un niño en un pueblito escondido y olvidado de los andes peruanos (tiene un nombre extraño, Lurgio se llama), abandona su humilde casa y va en busca de su hermano mayor, al cual extraña porque lo quiere. El hermano se había marchado persiguiendo un mejor futuro: creyó en el demencial mensaje que Abimael Guzmán había lanzado al crear Sendero Luminoso para instaurar la justicia social en el Perú.
El pequeño Lurgio deambula por los caseríos de los andes y, a pesar de su corta edad, empieza a descubrir varias cosas: que la violencia y la muerte siempre se entrecruzan, y que la maldad existe; incluso es parte de la naturaleza humana cuando se le estimula. El niño se entera que su hermano se había incorporado a las filas senderistas, que se había convertido en terrorista y que quien desafía a la muerte, la encuentra. El hermano había muerto. Primer tatuaje peruano: un niño que busca ternura, un hermano mayor que busca algo mejor, y la insana respuesta de que para lograrlo hay que recurrir al terrorismo.
Esta historia, que es solo el comienzo de las aventuras de Lurgio, es parte de la película “Tatuajes en la memoria”, que el cineasta peruano, Luis Llosa, ha llevado al cine, basada en hechos reales. De esta manera, las dramáticas experiencias del pequeño Lurgio transcurren en un lenguaje visual deslumbrante, exhibiendo la hermosura de nuestros paisajes y la música, lánguida y triste, de nuestra serranía. Ver unas aves volar sobre los cerros y, al mismo tiempo, escuchar el sosiego de un huayno, con Lurgio desorientado, es una experiencia que convoca varios sentimientos encontrados.
El desquiciamiento del movimiento Sendero Luminoso es tal, que infringe al pueblo, al cual dice defender, aberrantes injurias: asalta a los pequeños centros poblados, los despoja de sus bienes y a la fuerza recluta a los niños y jóvenes para aleccionarlos en la doctrina de que la violencia es la partera de la historia. Es así como Lurgio, aun tierno, termina enrolado en el movimiento senderista.
Luis Llosa continúa su aventura fílmica: entre enfrentamientos, emboscadas y violentas balaceras, Lurgio es capturado por el ejército. En lugar de ir a la cárcel y pudrirse en lo que le queda de vida, como sucedía con la mayoría de quienes eran capturados, un oficial militar, cuyo nombre real nunca se conoce, conmovido por la juventud de Lurgio, lo insta a educarse y le da la oportunidad de hacerlo. Segundo tatuaje peruano: sin educación es fácil creer en el mensaje de que las cosas se arreglan a balazos.
Lurgio no desperdicia la ocasión y, más maduro, se incorpora a las fuerzas del Estado para combatir a quien lo ha desafiado. Un exintegrante de Sendero Luminoso lo termina enfrentando y venciendo.
La película de Luis Llosa, que probablemente cause comentarios contradictorios, transcurre en un ritmo fílmico que hace que la historia, no obstante sus notorios sinsentidos, fluya con naturalidad y refleje, objetivamente, sin tomar partido, lo que sucedió durante una época en el Perú.
Un último tatuaje: la fractura del país no está resuelta.
*Abogado y fundador del Foro Democrático