La democracia está enferma. Se trate de gobiernos de izquierda o de derecha, nuestro sistema de gobierno preferido, está perturbado. Por eso está en el diván: porque se encuentra en tratamiento.
Examinemos dos ejemplos actuales: México y Estados Unidos, que así lo acreditan. En ambos países el sistema democrático está bajo amenaza, no obstante, la evidente diferencia política entre uno y otro. México sigue gobernado por la izquierda y Estados Unidos lo estará claramente por la derecha, cuando entre Donald Trump.
Como se conoce, México, en 2018, eligió presidente a Manuel López Obrador, conocido como AMLO, un carismático líder populista de izquierda, que instauró lo que denominó la cuarta transformación (4T): una serie de cambios que tenían como propósito transformar la sociedad mexicana. Uno de los mayores escollos que tuvo AMLO durante su gobierno de seis años, fue el control que ejerció, jurídicamente, la Corte Suprema de Justicia. Algunas reformas fueron paralizadas por consideraciones legales. La democracia, como bien sabemos, se sustenta en la separación de poderes y el equilibrio que cada uno de ellos debe tener dentro de sus funciones. Los notables avances que la humanidad ha tenido en su convivencia social, se deben principalmente a la democracia, allí donde ha regido como método de gobierno. Pues bien, para AMLO el ejercicio judicial no era de su agrado. Y entonces encontró la manera de resolverlo: al terminar su mandato, presentó una propuesta de reforma constitucional al Poder Judicial: los jueces debían ser elegidos por voto popular. La nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, discípula de AMLO, ha retomado la iniciativa y ha prometido que en el año 2026 se llevará a cabo la primera elección de los jueces por sufragio popular. Los magistrados de la Suprema Corte han renunciado. Es inminente entonces que todo el poder se concentre solo en el Ejecutivo.
Analicemos ahora la reciente elección de Donald Trump. Se trata de un fenómeno político sorprendente, sobre todo por la magnitud del triunfo: no solo ha obtenido la mayoría del voto popular, sino que ha logrado el control del Senado y de la Cámara de Representantes. Donald Trump, a pesar de ser un personaje altamente controvertido, tendrá el control absoluto del poder norteamericano. Lo cual, para el mundo, pero fundamentalmente para Estados Unidos constituye un verdadero peligro.
Trump ha proclamado que quiere revolucionar la vida política y terminar con los usos y costumbres tradicionales. Ha dicho públicamente que una de las palabras que más le gusta, y práctica, es miedo. Considera que infundir miedo, que es lo que viene haciendo desde su victoria, es parte de un ejercicio político legitimo. Si además de la hegemonía política que ya logró, se añade el control de la Suprema Corte, que aseguró al designar a varios jueces durante su gobierno anterior, lo que podrá venirse para la estabilidad institucional de Estados Unidos es de pronóstico reservado. Los pesos y contrapesos serán eliminados.
Se entiende que el diván es el lugar desde el cual se tratan los trastornos: ahí está nuestra democracia.
*Abogado y fundador del Foro Democrático.