Kafka en el Puente de Miraflores

Escribe: Fernando de la Flor Arbulú*

por Fernando de la Flor Arbulú

 Termina el 2024, un año de tanta mediocridad en el Perú oficial, que bien merece recurrir a una fantasía literaria: se vio al genial escritor Franz Kafka pasear por el anunciado puente de cristales y vistas deslumbrantes, que uniría los Malecones de Miraflores y Barranco, frente al mar de la Costa Verde limeña.

Expliquemos el fenómeno: cerrar el año refiriéndose a Dina Boluarte y su inagotable ineptitud, o al Congreso y su indeclinable vocación destructiva, es ahondar la depresión nacional. Por eso es que conviene combinar esa frustrante realidad con una ficción literaria: imaginar el mencionado puente.

Como es sabido, Franz Kafka fue el creador de las cosas absurdas, o, mejor dicho, de las cosas complicadas absurdamente. Se puede no haber leído ninguno de los notables libros de Kafka, pero difícilmente se puede dejar de conocer el concepto kafkiano, algo así como un asunto disparatado.

La Municipalidad de Miraflores anunció la construcción de una estructura metálica, rodeada de cristales, que permitiría que los peatones y ciclistas pudieran transitar hacia el Malecón de Barranco, acompañados de unas vistas incomparables del Océano Pacifico. Se presentó como una obra de vanguardia, emulo de otras ubicadas en importantes ciudades del mundo. Se dijo, además, que los trabajos terminarían antes de finalizar este año para que el verano pudiese ser más placentero y que, mientras tanto, se restringiría, por poco tiempo, el tránsito en la histórica Quebrada de Armendáriz, que permite el acceso al mar.

Ahora viene lo kafkiano de esta historia. La Municipalidad de Miraflores acaba de anunciar que se ha dejado sin efecto el contrato con el constructor del puente por sus reiterados incumplimientos durante la ejecución de los trabajos. El constructor, a su vez, ha hecho público que tales incumplimientos no fueron de su responsabilidad sino de un tercero al que encargó el tendido de la estructura metálica, quien demoró injustificadamente su ejecución, no obstante que se le adelantó el 95% del valor de su trabajo. Es decir, el contratista le pagó, por adelantado, a su subcontratista, casi todo el presupuesto, que éste dejó de hacer. No es que el puente de Miraflores se cayó o se desplomó (como ha ocurrido en algunas gestiones municipales), sino que simplemente no existió. Por eso Kafka lo transitó.

La situación actual es que no solamente no hay puente, sino que todos los equipos, aparejos y demás instalaciones de la construcción, así como las estructuras metálicas y una inmensa grúa instalada en la misma pista, impiden el libre tránsito por la Quebrada de Armendáriz, dificultando severamente la subida y bajada por esa zona. Sería interesante conocer cuánto cuesta, diariamente, mantener inoperativa dicha grúa y quién asumirá ese monto.

No queda duda que Kafka escribiría un magnífico libro de este absurdo. Combinaría la realidad existente: el inicio del verano sin acceso fluido al mar, un puente cuya estructura metálica está arrinconada para no olvidar la incompetencia de las autoridades responsables, y una ciudadanía desconcertada que terminará pagando todos los costos.

Sí, pues, es Kafka quien pasea por el puente de Miraflores.

*Abogado y fundador de Foro Democrático

También te puede interesar

 Av. Guardia Civil 1321, Oficina 1802, Surquillo, Lima – Perú

Copyright ©caretas.pe | Por Revista Caretas

Todos los derechos reservados

Ilustración Peruana

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Asumiremos que está de acuerdo con esto, pero puede optar por no participar si lo desea. Aceptar Leer más

Política de privacidad y cookies