El actual presidente de Argentina, Javier Milei, sigue rompiendo esquemas, no solo por su sorprendente victoria electoral sino por el inusual discurso que viene difundiendo. Su pensamiento puede resumirse: desprecio al Estado.
Vayamos por partes. La mayoría de la gente se declara de centro político, el lugar de la cordura. No se ubican a la izquierda, identificada con la violencia, ni tampoco con la derecha, caracterizada por la discriminación. La izquierda dice buscar la justicia; la derecha la libertad. El centro una combinación de ambas: libertad con justicia, por eso su preferencia.
Si lo anterior es cierto, y así lo acreditan las encuestas, entonces la pregunta es ¿Por qué la polarización existente? ¿Qué explica el grado de violentas diferencias, exacerbados enfrentamientos, notables discrepancias entre unos y otros, desde el punto de vista político?
Basta una revisión de las últimas elecciones ocurridas en las democracias de nuestra región, para una primera respuesta. Empecemos por Chile y su imprevisible estallido social de octubre de 2019, para confirmar la polarización que enfrentó a la izquierda y a la derecha, como consecuencia de la cual el centro quedó literalmente liquidado del mapa político. Recordemos: Gabriel Boric, joven líder de la izquierda chilena, le ganó la presidencia de la República al ultraderechista José Antonio Kast, relegando al centro político que gobernó, exitosamente, la transición democrática.
Algo parecido, aunque con sus propias características, sucedió en el Perú en las elecciones de 2021, cuando disputaron la segunda vuelta electoral, en una enrarecida polarización, Pedro Castillo, representando a la izquierda, y Keiko Fujimori a la derecha, desapareciendo por completo al deseado centro político.
Como se ha señalado, en ambos casos, lo característico es la contradicción entre lo que la gente prefiere –el centro– con las opciones por las que esa misma gente finalmente opta cuando tiene la papeleta de sufragio en sus manos: vota por la izquierda o por la derecha. No por el centro.
Una explicación a ese sugestivo fenómeno es, precisamente, la irrupción de Javier Milei y su disruptivo discurso político, hoy en día amplificado a nivel mundial. Adviértase lo siguiente: no es que Milei anticipe las victorias de Boric y Castillo (sucedido por su compañera de fórmula, Dina Boluarte), pues apareció después. Lo que hace Milei es explicarnos la práctica desaparición del centro político.
Examinemos ese proceso. Javier Milei es un controvertido economista que irrumpe en la vida política argentina, hasta convertirse en presidente, con un explosivo discurso que busca polarizar con la izquierda, excluyendo para todo efecto al centro político, fundándose en dos ideas centrales: enfrentar la batalla cultural y denunciar enseguida el relato que la sostiene. Para Milei, la izquierda ha contaminado la vida social con ideas que atentan contra la libertad de los ciudadanos prefiriendo al Estado, lo cual, para él, resulta inaceptable. Así surge su visión política: hay que polarizar desde la derecha con la izquierda, eliminando al centro político. Y, valgan verdades, la cuestión le viene funcionando.
El costo, sin embargo, es sacrificar el centro político, caracterizado por la sensatez de la conversación democrática con uno y otro.
*Abogado y fundador del Foro Democrático