La partida de Yola Polastri fue la noticia que paralizó al país desde el domingo. Hasta la conferencia de prensa de Dina Boluarte, después de varios meses de no haber tenido contacto con ningún periodista, pasó desapercibida. Todos los canales de televisión realizaron enlaces en vivo desde los dos lugares en donde la velaron: la parroquia de Nuestra Señora de la Reconciliación en La Molina y el Ministerio de Cultura y luego la despedida final en Los Jardines de la Paz de la Molina.
Todos prepararon largos reportajes sobre su trayectoria, asegurando que fue un ícono de la televisión (que, por supuesto, lo fue), la reina de los niños, la chica de la tele, la mejor conductora infantil, la única e irremplazable. Entonces la pregunta cae por sí sola. Si pensaban todo eso ¿por qué ningún canal la volvió a contratar?
Yola salió de la televisión en 1994, hace ¡treinta años! En la última edición de su programa Hola Yola, se despidió de su público diciendo: “Nos vamos de vacaciones, nos vamos con una gran academia formando estrellas, continuamos con nuestro taller artístico de las burbujitas. Y, por supuesto, también regresaremos muy pronto con algo grande, nuevo, para ti. Porque tú te lo mereces”.
Y es que ella siempre pensó que iba a regresar en algún otro canal, no en vano era ‘la chica de la tele’. Había dedicado más de 20 años a su programa infantil (comenzó en 1972). Solía decir que llegó con una dictadura (la de Velasco) y se fue con otra (la de Fujimori), porque a Velasco le importaba la educación de los niños y a Fujimori todo lo contrario y que por eso la sacaron. Pero lo cierto es que los ejecutivos de canal 4, se limitaron a decir que “ya había cumplido su ciclo”, probablemente porque ya pasaba de los 40 años.
Pero no hubo, precisamente, una censura como sí pasó con El tío Johnny, cuando en pleno gobierno de Velasco, le preguntó a un niño que participaba en el programa ¿qué había almorzado? y el pequeño respondió “bistec”, a lo que el animador agregó: “Tu papá debe ser militar”. Ese día se acabó el programa, no volvió a salir ni siquiera para despedirse y Johnny Salim simplemnete desapareció.
Yola no. Ella siguió haciendo shows en fiestas de todo tipo. Primero infantiles, corporativas y luego su ‘hora loca’ se convirtió en un clásico de cumpleaños de gente ya mayorcita y hasta de matrimonios. Pero nunca más la llamaron de ningún canal de televisión, a pesar de que ella no se cansaba de manifestar, donde y cuando podía, que todos los espacios infantiles que salieron después del suyo (El show de Yuly, Nubeluz y Karina y Timoteo, entre otros), no eran buenos ni ofrecían nada positivo a los niños.
Mientras tanto seguía dedicada a lo suyo, con la esperanza de que algún dia, algún ejecutivo la lleve de regreso a la tele. Total, de alguna manera seguía vigente. Los 25 discos elepé que sacó con canciones que habían sido adaptadas de cancioneros infantiles de payasos españoles, mexicanos y argentinos, cuando la internet y las redes sociales no existían, convirtieron ese repertorio en soundtrack de la infancia de varias generaciones que las seguían cantando.
Pero nunca más la llamaron de la televisión, nunca nadie se animó a darle una última oportunidad. Por eso resultan un tanto hipócritas, tantos halagos desde un medio que le cerró las puertas: “La irrepetible, la inimitable, la inacabable”… sí claro, ahora que ya no está. Qué poco consecuentes. De cualquier manera, Yola ya es una leyenda y no necesitó de la tele para convertirse en legendaria.