Firmas a la carta: Cómo inscribir un partido con algo de tecnología y ninguna vergüenza

Falsificar una firma es mucho más fácil —y seguro— de lo que la mayoría imagina. El sistema de inscripción partidaria se basa en la arcaica tecnología de firmas físicas, tinta sobre papel mojado. Este artículo desnuda la mecánica de un fraude a prueba de balas para inscribir un partido. La RENIEC ya dio la alerta. ¿Y el Congreso? Brilla por su ausencia.

por Eduardo Bruce Montes de Oca

Este artículo es una denuncia fundamentada. Es, en los hechos, un manual de cómo montar una fábrica de firmas falsas para registrar un partido político en el Perú. Todo esto bajo el amparo de las normas y procedimientos arcaicos que rigen actualmente la inscripción partidaria, utilizando tecnología digital al alcance de cualquiera, con una inversión mínima y una gran dosis de desfachatez.

No es que queramos incentivar el fraude, sino de todo lo contrario: de demostrar lo absurdamente vulnerable que es el sistema de inscripción por firmas físicas, y por qué debe ser reemplazado con urgencia.

Las firmas físicas presentan graves desventajas en el contexto digital actual. Son fácilmente falsificables: basta una imagen escaneada, como la que RENIEC almacena en sus bases de datos, para reproducirlas mecánicamente. Además, carecen de validación automatizada, lo que impide su verificación remota sin intervención humana. No hay trazabilidad electrónica ni registro digital que garantice su autenticidad.

Sobre todo, el uso de firmas para identificarse es cosa del pasado. ¿Recuerda cuándo fue la última vez que usó su firma en la vida diaria? Ya no se firman cheques, las transacciones bancarias se validan con huella dactilar, y los trámites documentarios por internet ya no requieren una firma física. Incluso la propia RENIEC promueve un sistema digital de identificación al que llama “firma electrónica”, pero en la práctica, no guarda ninguna relación con su firma manuscrita en una hoja de papel.

A su favor, la RENIEC ha identificado el problema y ha solicitado reformas legales que permitan reemplazar este sistema por mecanismos biométricos más seguros. Es urgente que el Congreso tome nota y actúe.

La tecnología actual permite que cualquier persona con conocimientos básicos y acceso a herramientas de diseño digital pueda reproducir firmas manuscritas en papel. El proceso requiere una imagen de la firma (como la almacenada por RENIEC), una computadora, software de diseño y un dispositivo llamado plotter.

Un plotter es un equipo de impresión que puede trazar con exactitud un texto, dibujo o firma sobre papel mediante un bolígrafo real. Existen modelos de distintos precios y niveles de sofisticación. Algunos son tan precisos que se utilizan en notarías, instituciones o por artistas para caligrafía.

Los plotters utilizados para reproducir firmas con bolígrafo ofrecen funciones orientadas a la precisión y versatilidad del trazo.Son compatibles con software de diseño requerido disponible para todos. Están diseñados para realizar trazos finos y exactos, por lo que son ideales para “fabricar” firmas.  Las opciones más avanzadas ofrecen un nivel de precisión profesional, ampliamente usado en contextos formales.

El procedimiento es sencillo: se obtiene la firma de fuentes como la base de datos de la RENIEC, y se procesa con programas que la convierten a una imagen de buena calidad y contraste.  Luego, se procede a vectorizar la firma, es decir se convierte el trazo manuscrito en líneas curvas digitales que pueden reproducirse con exactitud en un plotter. El nuevo trazado vectorial aparecerá encima de la imagen original, y puede ser desplazado o editado según se necesite

Pero no se trata de copiar la firma tal cual aparece en el DNI, lo que despierta sospechas. En el mundo real, los firmantes rubrican con imperfección humana: las firmas no son idénticas, pero conservan rasgos básicos que las hacen reconocibles. Para ello existen formas de suavizar el trazado para que el resultado no sea idéntico al original, sino más similar al trazo humano. Consiste en aplicar una herramienta de simplificación de trazado, que genera curvas más suaves y menos precisas. Esta operación puede repetirse varias veces hasta alcanzar el grado de naturalidad deseado. También se pueden añadir variaciones menores en presión, inclinación o curvatura, reforzando la apariencia de trazo manual.

Por otro lado, algunos dispositivos de reproducción automatizada permiten funciones específicas para este fin, como activar el “movimiento orgánico” o introducir microfluctuaciones aleatorias en el trazo, así como cambios leves en la velocidad de escritura. Estas técnicas son útiles porque evitan que la firma reproducida sea exactamente igual en cada uso, lo que podría resultar sospechoso o artificial. Además, aportan una apariencia más realista y humana, replicando las variaciones naturales que cualquier firma presenta incluso cuando la realiza su propio autor.

Pero aquí viene lo que hará decidirse al felón: ese que quiere entrar a una elección por la ventana, pero que aún teme ser descubierto.El fraude puede fabricarse fuera del país, desde cualquier isla caribeña o rincón del Lejano Oriente. La “fábrica” puede instalarse en el extranjero, con “obreros” que jamás podrán ser identificados por nuestras autoridades, ni siquiera necesitan hablar castellano y jamás pisarían suelo peruano.

Los archivos con nombres y firmas de ciudadanos suplantados se envían por internet, y en esa ubicación remota se produce la falsificación. Luego, el producto final —las firmas— se reenvía al Perú en forma de archivos informáticos listos para imprimir.

Y aquí el detalle más inquietante: hasta podrían alegar que no hay delito que perseguir, porque la suplantación ocurrió en un territorio donde la ley peruana no tiene jurisdicción.

Así de fácil se vulnera la voluntad popular y se abre la puerta del sistema electoral a truhanes sin respaldo ciudadano real.La RENIEC ya ha prendido la alarma. Ahora le toca al sistema político responder con responsabilidad. Las firmas físicas deben ser eliminadas. Mantenerlas es, en la práctica, legalizar el fraude.

Además, urge imponer sanciones drásticas a quienes falsifican firmas. No puede ser que los partidos en formación envíen cualquier cosa menos firmas verificadas y salgan ilesos. La sola amenaza de ser excluidos del Registro de Organizaciones Políticas bastaría para que se tomen en serio el proceso. De lo contrario, seguirán probando suerte: total, el sistema les deja.

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