El valor de las cortinas de humo

El programa de las preguntas morbosas en el sillón rojo ha vuelto y, para conveniencia del gobierno, se convirtió en el único tema del que todos hablan.

por Patricia Salinas

Desde que se anunció que en la primera edición de la nueva temporada de El valor de la verdad estaría Pamela López, la expareja del futbolista Christian Cueva, se generó una gran expectativa entre ese público que vive pendiente del chisme, de la vida privada de futbolistas y personajes de la farándula, pero lo que nadie imaginó es que ese público era tan grande, al punto que el programa encabezó la lista de los diez espacios de mayor sintonía con 12.9 puntos de rating del domingo, dejando atrás a programas periodísticos tradicionales como Cuarto Poder que tenía muchos años siendo el líder y que se mantuvo con un promedio habitual de 10 puntos. El más afectado fue Día D, que compitió casi en el mismo horario y apenas alcanzó un rating de 3.8 puntos.

Las páginas webs de los principales diarios transmitían el programa ‘en vivo’, es decir, pregunta por pregunta, como si se tratara de un partido de fútbol. Las redes sociales estallaban con comentarios y memes sobre cada ‘revelación’ de la López. Hay quienes dicen que el país no se había paralizado de esa manera desde que Tilsa Lozano se sentó en el sillón rojo en 2013.

Quizás no debería sorprender el éxito de EVDLV, pero, por lo menos yo, tenía la esperanza de uno: que Beto Ortiz con el talento que tiene, le diera una vuelta de tuerca al programa para ofrecer algo más novedoso y dos: que los televidentes hayan evolucionado un poco después de 13 años y no se enganchen en un espacio de chismografía barata. Pero ni lo uno ni lo otro, el formato sigue siendo exactamente el mismo y el público también.

Es más, escribo esto y me siento en déjà vu. Pienso en ese público morboso que se sienta a ver este programa con su trago en la mano y en los medios que funcionan como caja de resonancia y no entiendo el entusiasmo por un chisme refrito, porque lo cierto es que no hubo gran novedad: ya se sabía que Cueva era infiel, ya se sabía que le pagaba las cervezas a la otra Pamela, ya se sabía que se la llevaba de viaje incluso cuando su mujer estaba dando a luz, ya se sabía que el futbolista le pidió perdón en una iglesia cristiana (es más, fue noticia en su momento), ya se sabía del maltrato, en fin…lo único que no se sabía es que Cueva la habría obligado a abortar y es curioso que a ese tema nadie le haya dado la menor importancia, ni siquiera el conductor.

Pregunta siete: “¿Te insinuó  Cueva que abortes?”…no solo la respuesta fue “sí”, sino que ella va más allá y dice que lo hizo y, como si fuera poco, que fue un familiar de Cueva quien le practicó el aborto. Beto repregunta: “un familiar de él se sentó contigo y te dijo que no era el momento, que ibas a truncar su carrera? Y ella insiste: “Me practicó el aborto, no me dijo nada”, el conductor no pregunta quien fue, si era médico, si fue en una clínica, si su vida estuvo en riesgo, solo le pregunta una vez más si recuerda sus palabras y, de alguna manera obvia esa grave confesión, preguntando sobre la segunda oportunidad en que Cueva le pidió que abortara (esa vez no lo hizo). Por si no lo saben, estén de acuerdo o no, el aborto en el Perú está penalizado, es decir Pamela López acababa de confesar un delito y a nadie le llamó la atención.

Mientras tanto hay tema de Cueva para rato. Los medios de comunicación que se han colgado y se seguirán colgando de este tema y, queriendo o sin querer, han creado la gran cortina de humo que este gobierno necesitaba para tapar las denuncias contra Dina Boluarte, la corrupción en los poderes Ejecutivo y Legistavo, la ineficacia en la lucha contra la inseguridad, la represión ante cualquier tipo de protesta, el acoso contra la prensa libre y mil cosas más que, al parecer, a nadie le importa, porque más importante es hablar de la vida sexual de un futbolista. Realmente tenemos, no solo la televisión, sino las autoridades que merecemos.

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