El Perú en un Mundo de Locura

Escribe: Fernando de la Flor Arbulú *

por Fernando de la Flor Arbulú

El mundo vive actualmente una locura, pero no en el sentido demencial sino de aberraciones. El Perú no es ajeno al fenómeno. No hay día que no nos sorprendemos con una rareza: el reciente ataque de Estados Unidos a Irán, de eventuales consecuencias nucleares, es bastante elocuente.

Es verdad que Donald Trump, desde que asumiera la presidencia estadounidense, hace apenas seis meses, les ha dado rostro a las extravagancias, pero no es menos cierto que han existido otros sucesos que han contribuido a darle forma a la locura.

Hagamos un apretado resumen. Donald Trump declaró que una de sus palabras favoritas era arancel. Por ello, reservó un día al cual simbólicamente bautizó como el de la liberación norteamericana y decretó un aumento de aranceles a todo el planeta. Todos los países quedaron estupefactos, incluidos sus socios (Canadá y México), sus aliados (la Unión Europea) y sus vecinos (Latinoamérica). La medida tenía el pernicioso propósito de subir de precio a todos los productos que ingresaran a Estados Unidos.

Mientras tanto, en el Perú, en un extraño contubernio en el que ninguna de las partes se reconoce como tal, el Congreso por vergüenza, y el Gobierno por temor, siguieron adelante con su plan de dictar leyes favoreciendo actividades delincuenciales (léase minería ilegal), las cuales, además, incrementaron el número de muertos (Pataz es el mejor ejemplo).

Pero el díscolo Trump cambió de palabra. Los aranceles quedaron sin efecto, después del sobresalto de los mercados, y escogió abuso. Decretó que las universidades estadounidenses de élite (Harvard, Columbia), consideradas centros de adoctrinamiento subversivo, cancelaran las matrículas de todos sus alumnos extranjeros, quienes debían reubicarse en otros centros de estudios o regresar a sus países de origen.

En el Perú, a su vez, aumentaba el número de crímenes, se cambiaba al ministro del Interior y rotaban los jefes de Policía, y el Congreso aparentaba buscar causales para defenestrar a la presidenta Dina Boluarte.

El mundo, de otro lado, aceleraba las guerras en las que estaba, sin visos de solución: Rusia y Ucrania seguían desangrándose; Israel atacaba al movimiento terrorista Hamás en tierras de palestinos inocentes, y se abría un nuevo frente con Irán, incentivando la participación norteamericana, al tiempo que un contradictorio Donald Trump comenzaba a ser criticado por su base electoral.

Y el Perú también cambió de escenario. Ni el Congreso, ni los delincuentes: la atención estaba en un par de señoras que dicen, ambas simultáneamente, ser Fiscal de la Nación, es decir, representante de la legalidad y de la lucha contra el delito.

Otra vez, Trump cambió de palabra: ahora es miedo. Hay que expulsar de Estados Unidos a los inmigrantes, sin diferenciar entre quienes trabajan honestamente de quienes lo hacen contra la ley. Por el terror que ha despertado esa indiscriminada y arbitraria política, se ha generado una inmensa movilización ciudadana de resistencia, incluyendo el apoyo de importantes autoridades y tribunales de justicia.

Para no desentonar con la locura, en el Perú las encuestas de opinión están en un dilema: ignoran si la aprobación de Dina Boluarte es menor que el margen de error.

*Abogado y fundador del original Foro Democrático

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