De Vargas Llosa a Pedro Castillo

Escribe: Fernando de la Flor Arbulú*

por Fernando de la Flor Arbulú

Mario Vargas Llosa, nuestro laureado escritor, acaba de cumplir 89 años. Quiso ser presidente del Perú, pero no lo logró: perdió la elección. Obtuvo sí, el Premio Nobel de Literatura, el galardón más prestigioso del mundo, entregado exclusivamente a quienes convierten en palabras, el amor, la belleza y también los más despreciables sentimientos humanos,

Pedro Castillo Terrones, actualmente en la cárcel, está sometido al juicio que se le sigue por el fallido golpe de Estado con el que pretendió convertirse en dictador. Quiso ser presidente del Perú, y lo logró.

¿Qué es lo que hace que el Perú haya decidido de manera tan diferente? ¿Es posible que en ambos personajes, Mario Vargas Llosa y Pedro Castillo, esté resumido el mismo país?

Sería arrogante pretender respuestas acertadas a cuestiones tan relevantes. Hay consideraciones de toda índole, culturales, antropológicas, hasta raciales e históricas, que pueden acercarse a respuestas razonables.  Lo que sí es posible, sin embargo, es intentar algunas reflexiones.

Vargas Llosa es, hoy en día, el peruano más ilustre. Sus 89 años de edad así lo acreditan. Y aquí no hay interpretaciones, solo hechos: autor de las más emblemáticas obras que inmortalizan al Perú ante el mundo, Vargas Llosa ha recibido múltiples reconocimientos que lo han convertido en el intelectual más destacado de habla hispana, incluyendo la calificación simbólica de inmortal. Sus libros seguirán vigentes: Conversación en La Catedral, es una prolija descripción de la vida política y social de los peruanos. Si bien es verdad se sitúa en la mitad del siglo XX, no es menos cierto que la potencia de los personajes y la variedad de los acontecimientos, pueden reflejar perfectamente el país de nuestros días. Algo más: la multiplicidad de los diálogos que narran las historias, entremezclados armoniosamente, transmiten la sensación de estar escuchando, no solo leyendo, las vicisitudes del Perú de hoy.

Pero Vargas Llosa también aporta al mundo y, especialmente, a América Latina. Tiempos recios, es un libro que relata los abusos imperialistas de Estados Unidos contra Guatemala, allá por el año 1954, al frustrar los intentos de mayor justicia social, que puede, sin mayor dificultad, asimilarse a los actuales estropicios que viene originándole al mundo el mandatario norteamericano, Donald Trump.

Pedro Castillo es un modesto profesor de primaria en un lejano pueblo de la serranía peruana. Repentinamente incursiona en la vida política, y de anónimo candidato se convierte en presidente de la República.  Venció, nada menos, que a la hija de aquel que en su momento se impuso a Mario Vargas Llosa en las elecciones que disputaron.

Víctor Raúl Haya de la Torre, cuando participó como candidato del Apra en las elecciones del año 1962, dijo que lo había sorprendido cómo se practicaba en el Perú, el juego del palo encebado. Mientras estuvo exiliado en Alemania, veía que el equipo empujaba a su jugador hacia arriba para llegar a la punta; en el Perú vio exactamente lo contrario: el equipo bajaba a su jugador para que no llegue a la cima: no reconocen el éxito.

¿No será esa, acaso, la explicación de lo ocurrido a Mario Vargas Llosa y Pedro Castillo?

*Abogado y fundador del Foro Democrático.

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