¿De Obama a Kamala Harris?

Escribe: Fernando de la Flor Arbulú *

por Fernando de la Flor Arbulú

Mientras que el Perú sigue hundiendo su mediocridad política entre el  ex payaso Chibolin y sus veleidades con el poder, las revelaciones de un personaje que se hace llamar Culebra, y la nadería de un Gobierno que sigue descarrilando al país por los cuestionables rieles que va tendiéndole un aborrecido Congreso, el mundo se apresta a ser testigo de una de las elecciones más disputadas y simbólicas en la historia de Estados Unidos, la democracia más relevante de los últimos doscientos cincuenta años. Porque eso es lo que representa la alternativa electoral que enfrenta a Kamala Harris con Donald Trump: si la democracia sigue consolidándose o inicia un preocupante proceso de deterioro.

Repasemos algo de la reciente historia política norteamericana. En 2009, el pueblo estadounidense instaló en la Casa Blanca a un hombre negro. Barack Obama, notable político y persuasivo orador, fue elegido presidente de Estados Unidos por decisión mayoritaria de sus ciudadanos. Primera vez que ocurría un fenómeno de tal magnitud. La democracia norteamericana acreditaba ante el mundo su inobjetable valor. Y es que no era poca cosa que el pueblo pusiera en el poder a un afrodescendiente, apenas algunas décadas después de que los hombres de color fuesen reconocidos como ciudadanos con iguales derechos que los demás. Barack Obama tuvo otro merito: fue reelegido para un segundo mandato en elecciones libres y limpias.

Inmediatamente después de acabado el gobierno de Obama, vino la venganza de haber instalado a un hombre de color en la Casa Blanca: se eligió a Donald Trump.  Cabe destacar la peculiaridad de dicha elección: Hillary Clinton, la contendora en dicha oportunidad, ganó la elección popular por más de tres millones de votos a Donald Trump. Sin embargo, él fue elegido. Un mecanismo extraño lo establece: la elección no es directa sino a través de los denominados Colegios Electorales, que instala cada Estado para el efecto.

Trump, quien recientemente ha sido sentenciado por varios crímenes, tuvo una gestión gubernamental controvertida alentando el supremacismo blanco. Su talante autoritario quedó demostrado cuando instigó a sus seguidores a asaltar el Capitolio el 6 de enero del 2021, infringiéndole al sistema democrático norteamericano el más inexcusable agravio en toda su historia. Hasta el momento, Trump no reconoce que perdió las elecciones ante Joe Biden, quien adicionalmente a conseguir más de los 270 votos electorales mínimos que se requieren para lograr la presidencia, obtuvo más de ocho millones de votos en la elección popular.

En el actual proceso, que termina el próximo 5 de noviembre, Donald Trump enfrenta a una mujer, Kamala Harris, quien además es negra y demócrata. Qué mayor desafío el que tiene el pueblo norteamericano. Y es que, en esta histórica elección, está en juego más que la presidencia de Estados Unidos. El mundo quiere confirmar hasta dónde la longeva democracia norteamericana es capaz de preferir, por primera vez, a una mujer, de raza negra y demócrata. Esta vez no se trataría de una venganza, como ocurrió cuando Donald Trump reemplazó a Obama, sino de una nueva vía de convivencia civilizada.

*Abogado y fundador del original Foro Democrático.

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