El cine peruano vuelve a dialogar con la literatura nacional a través de un nuevo cortometraje inspirado en Los gallinazos sin plumas, uno de los cuentos más emblemáticos de Julio Ramón Ribeyro. Dirigida por Jessica Rodríguez, la obra propone una reinterpretación que privilegia una mirada lúdica y mágica, contada desde el punto de vista de los niños.
A diferencia de la crudeza que caracteriza al relato original, esta adaptación suaviza la representación de la pobreza sin negarla, transformándola en una experiencia más accesible para el público infantil y juvenil. El cortometraje construye su universo a partir del juego, la imaginación y los gestos cotidianos, donde la fantasía aparece como una forma de resistencia y comprensión de la realidad.
El contraste narrativo se refuerza con la interpretación del actor Carlos Victoria, quien encarna al abuelo con una presencia áspera y dura, fiel al espíritu del texto original. Su personaje funciona como contrapeso frente a la inocencia de los niños protagonistas, sosteniendo el conflicto sin recurrir a una violencia explícita.
“La propuesta fue quitarle peso a la miseria explícita y permitir que la infancia transforme la realidad a través de la imaginación”, explica la directora, quien señala que se trata de un cuento leído desde la niñez, pero narrado esta vez desde esa misma mirada. La intención no es desvirtuar la obra de Ribeyro, sino acercarla a nuevas generaciones y demostrar la vigencia de sus temas.