La gente está profundamente irritada. Especialmente en América Latina, y también en el Perú, se percibe una rabia creciente. Esa furia nace de las adversidades cotidianas y del desencanto con la élite política encargada de gobernar. Ya no se trata solo de las dificultades económicas o de la precariedad de los servicios públicos. Hoy un nuevo factor altera la convivencia social: la inseguridad ciudadana. Saber que la vida puede perderse absurdamente, sin que el Estado sea capaz de impedirlo, resulta verdaderamente perturbador.
La ciudadanía dispone, en democracia, de dos vías para hacerse escuchar por el poder: el voto en las urnas o la movilización pacifica en las calles para expresar su legitima protesta.
En los últimos meses se han celebrado diversas elecciones en la región. Argentina eligió autoridades de medio término. Chile realizó elecciones generales y Ecuador llevó a cabo una consulta popular. También Estados Unidos, en la era de Donald Trump, tuvo comicios significativos. Es interesante revisar sus resultados.
Como es sabido, Javier Milei, quien en su momento encarnó la rabia de los argentinos para ganar la presidencia, acaba de enfrentar un fenómeno desconcertante. En las elecciones municipales de septiembre tuvo una categórica derrota de más de trece puntos en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, apenas un mes después, obtuvo un rotundo triunfo de más de diez puntos en las legislativas de octubre. Dos resultados opuestos en un lapso mínimo. Alguien explica el fenómeno por la directa intervención de Donald Trump, quien anunció que rescataría financieramente a Argentina solo si Milei ganaba las elecciones legislativas. Un gesto que podría calificarse, sin exagerar, como imperio en acción.
Chile es un caso particular. El país atravesó un proceso político traumático. Todos recuerdan el famoso estallido social de octubre de 2019, que puso al país al borde de la guerra civil, pese a haber vivido más de tres décadas de estabilidad tras la dictadura de Pinochet. De aquella convulsión, emergió una nueva generación –jóvenes formados durante la exitosa transición democrática– que llevó al poder a Gabriel Boric, un líder de izquierda de apenas 35 años. Todo parece indicar, después de los resultados de la primera vuelta electoral, que el candidato conservador de extrema derecha, José Antonio Kast (precisamente a quien Boric venció), sería el próximo presidente de Chile. El péndulo en acción: otra manera de manifestar el descontento.
En Ecuador el presidente Noboa acaba de recibir un contundente rechazo: la ciudadanía negó de forma amplia las propuestas para permitir la instalación de bases militares de países extranjeros (léase Estados Unidos) en su territorio, y para modificar la Constitución vigente.
Estados Unidos, finalmente, no ha sido ajeno al fenómeno. Nada menos que en la ciudad de Donald Trump, en Nueva York, acaba de ganar la alcaldía un joven demócrata, Zohran Mamdani, con más de la mitad de los votos. Inmigrante y declarado musulmán, su discurso es abiertamente desafiante frente a la narrativa supremacista y discriminatoria del presidente Trump.
Así es: en democracia, la gente se expresa en las urnas y los resultados electorales son su voz. Si no se escucha, queda la calle.
* Abogado y fundador del Foro Democrático.