Un operativo que marca el giro: el Ejecutivo prepara un nuevo esquema penitenciario
En plena visita de trabajo a la región La Libertad, el presidente José Jerí encabezó una intervención sorpresa en el penal El Milagro. Allí, advirtió que el Gobierno aplicará medidas mucho más contundentes para transformar el sistema penitenciario, hoy uno de los principales focos de operación de bandas criminales.
Según el mandatario, “las cosas van a cambiar de todas maneras”, una frase que revela un giro más firme en la política carcelaria. El anuncio llega en un contexto en el que la inseguridad sigue siendo la mayor preocupación ciudadana y donde el rol de las cárceles como centros de comando delictivo ha quedado evidenciado en múltiples operativos.
La primera pregunta que se abre es: ¿cuáles serán esas nuevas medidas y hasta qué punto modificarán la relación entre el Estado y los penales dominados por mafias internas?
La respuesta aún no es oficial, pero Jerí adelantó que en los próximos días el ministro de Justicia, Walter Martínez Laura, será el encargado de anunciar el nuevo paquete normativo.
Hallazgos que revelan el control criminal dentro de los penales
En la intervención realizada dentro de El Milagro se incautaron celulares, armas blancas, cargadores artesanales, 2.8 kilos de droga y cuadernos con anotaciones de pagos, evidencias que volverían a mostrar cómo los penales se han convertido en plataformas de coordinación de extorsiones, cobros de cupos y actividades ilícitas.
“Estos elementos son indicios razonables de las extorsiones generadas desde las cárceles”, afirmó el presidente.
Ese hallazgo no es aislado y la interrogante es inevitable:
¿Cómo ingresan estos objetos prohibidos a los penales pese a las requisas constantes?
La respuesta, según expertos, suele apuntar hacia fallas estructurales: corrupción interna, vigilancia insuficiente y redes criminales que operan con logísticas complejas. Con este operativo, Jerí intenta proyectar que su administración está dispuesta a combatir esos factores incluso si implica decisiones incómodas, como cambios en personal penitenciario o reestructuraciones internas.
Requisas permanentes y confrontación abierta con el crimen
El mandatario insistió en que las requisas —criticadas por algunos sectores que las tachan de “show mediático”— constituyen una herramienta central en su política de seguridad.
“No es show, es atender un problema que autoridades del pasado prefirieron mirar al costado”, declaró con firmeza.
Aquí surge otra pregunta clave:
¿Puede un Gobierno sostener un ritmo constante de requisas sin una reforma estructural que las respalde?
Las intervenciones continuas permiten detectar patrones, decomisar equipos de comunicación y obstaculizar operaciones extorsivas. Pero sin políticas complementarias —como bloqueadores de señal eficaces, infraestructura de máxima seguridad y sanciones internas más severas—, las mafias suelen reorganizarse en cuestión de días.
Jerí reconoció además que el tiempo es limitado, pero afirmó que las acciones del Ejecutivo son “contundentes, paulatinas y progresivas”, una combinación que busca mostrar firmeza sin caer en el triunfalismo.
Un panorama delictivo que cambió de rumbo, según el Ejecutivo
El presidente también recordó que, cuando asumió el cargo, la delincuencia se encontraba “en línea ascendente”. Si bien no dio cifras, aseguró que ese crecimiento se habría controlado, permitiendo ahora un escenario para iniciar su descenso.
Esa afirmación plantea una cuestión crucial:
¿Se verá un impacto real en la estadística criminal cuando las cárceles dejen de ser centros de operación?
El Ejecutivo insiste en que todas las acciones implementadas —operativos, incautaciones, refuerzos policiales y coordinación multisectorial— están orientadas a contener y reducir la inseguridad. No obstante, analistas advierten que la efectividad de ese esfuerzo solo se podrá medir en los próximos meses, especialmente cuando se conozca el alcance de las nuevas medidas penitenciarias anunciadas por Jerí.
Una supervisión de alto nivel y un mensaje político
El operativo fue supervisado por el presidente acompañado de tres ministros clave:
- Walter Martínez Laura, Justicia y Derechos Humanos
- César Díaz Peche, Defensa
- Vicente Tiburcio, Interior
La presencia conjunta de este equipo evidencia un mensaje político: la lucha contra la criminalidad no se restringirá a la calle, sino que también se librará en los penales, considerados núcleos estratégicos para organizaciones delictivas nacionales y transnacionales.
Esa articulación intersectorial plantea un objetivo mayor:
¿puede el Estado recuperar el control total de los penales antes del 2026?
Las bandas delictivas que operan desde las cárceles no solo extorsionan, sino que financian sicariato, tráfico de terrenos, minería ilegal y redes de cobro en mercados y transporte. El impacto es nacional, y el Gobierno lo sabe.
Un punto de inflexión para el sistema penitenciario
Los próximos días serán decisivos. Las medidas “más contundentes” que anunciará el Ministerio de Justicia podrían marcar el inicio de una reforma más profunda, largamente postergada.
El Gobierno quiere mostrar que, esta vez, la intervención penitenciaria no será reactiva ni temporal, sino progresiva y sostenida. La visita de Jerí a El Milagro, con un operativo amplio y de alto impacto, es un mensaje directo hacia las mafias: el Estado busca recuperar el terreno perdido.
Mientras tanto, la opinión pública aguarda aclaraciones: los detalles de la reforma dirán si este es un cambio real o un nuevo intento en un sistema que históricamente ha mostrado resistencia al control estatal.