El Gobierno peruano informó este viernes que Carlos Zamora, embajador de Cuba en el Perú, concluyó sus funciones y dejó el país de manera definitiva, según un comunicado emitido por la Cancillería.
La salida del diplomático se produjo tras una reunión sostenida el pasado 28 de octubre entre el vicecanciller Félix Denegri Boza y el representante cubano, en la que repasaron las actividades realizadas durante su gestión en Lima. “A partir de lo tratado en esa reunión, se comunica que el embajador Zamora terminó sus funciones en el Perú y dejó el país en forma definitiva”, señaló el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Fuentes diplomáticas confirmaron que la decisión fue una invitación formal a abandonar el país, luego de un proceso de revisión interna sobre su desempeño. Zamora, apodado “El Gallo”, había asumido el cargo en 2019 y contaba con una extensa trayectoria en el servicio exterior de su país, con misiones previas en Ecuador, Brasil, El Salvador y Bolivia.
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Durante su permanencia en el Perú, el embajador fue objeto de críticas y pedidos de expulsión por parte de algunos congresistas, que lo acusaron de interferir en asuntos internos y promover protestas contra autoridades nacionales. En 2023, la parlamentaria Rosselli Amuruz (Avanza País) solicitó que él y su esposa fueran declarados personas non gratas, mientras que José Cueto (Honor y Democracia) consideró “positivo” su retiro.
El anuncio de su salida ocurre en un momento de tensión diplomática entre Lima y Ciudad de México, luego de que el Gobierno mexicano otorgara asilo político a Betssy Chávez, ex primera ministra durante la gestión de Pedro Castillo, y solicitara un salvoconducto para que abandone el país.
En el mismo pronunciamiento, la Cancillería precisó que antes de definir su posición sobre el pedido de México consultará con la Organización de Estados Americanos (OEA), a la que propondrá una modificación de la Convención de Caracas sobre Asilo Diplomático, vigente desde 1954.
Con la salida de Zamora, el Gobierno del presidente José Jerí reconfigura el tablero diplomático con la isla caribeña y refuerza su mensaje de “respeto mutuo y no injerencia” en asuntos internos, en medio de un contexto regional marcado por disputas ideológicas y gestos de presión diplomática.