Escribe: Jaime De Rivero
El último domingo todos salimos contentos de Acho. Tarde triunfal, con los tendidos casi llenos y los diestros entregados, dentro de las posibilidades que les dieron los toros españoles de Montalvo, que no fueron sencillos de lidiar. Se corrieron seis astados de Montalvo, con edad y kilos, pero desiguales en juego, destacando los corridos en 1°, 3° y 5° lugar.
Las faenas de Galdós fueron de importancia y revelaron dos caras de un mismo torero, el bueno. La de artista y la de lidiador. Cualidades que deben conjugarse para poder soportar la presión y ascender a lo más alto. Esa es la ruta en la que queremos verlo, sobrado de actitud, inteligencia y valor.
Con el tercero, que humillaba con clase y codicia, tuvo un gran inicio de faena, por abajo con doblones y otros con la rodilla en tierra, enseñándole a embestir de largo. Supo rápidamente que le podía a ese toro, por lo que las series siguientes fueron muy buenas, sentidas, por abajo por ambos pitones, llevándolo a milímetros de la muleta. Dejó el estoque envasado, algo caído. Faena de dos orejas que sólo se premió con una.

El sexto, feo de tipo, incierto, mirón y reservón, ganó movilidad con la pica, pero mantuvo varias dificultades: acudía descoordinado y remataba por alto. Galdós lo lidió con acierto, cruzándose y con toques para dar pases de uno en uno hasta hacerlo repetir. Corrigió varios defectos, aguantando el peligro. Con inteligencia, técnica y valor se impuso a su adversario. Concluyó con una estocada caída y recibió una oreja.
Fernando Adrián cayó con pie derecho en Lima, mostró que es un torero de buen gusto, técnico y valiente. No deja nada a la suerte, la desafía y se arrima. Cortó una oreja al primero -con el que confirmó alternativa-, un toro-toro abanto y suelto, que embistió con nobleza y calidad hasta su muerte. Con la muleta, el madrileño lo toreó atornillado a la arena, tanto en los pases de recibo como en el toreo fundamental. Trasteo inteligente, sin enganchones, que tuvo la virtud del temple. Una estocada trasera fue suficiente para cortar la primera oreja de la tarde.
Al quinto, que era remiso al toreo fundamental, lo lidió con la muleta en la cara, tiró de él hasta armar series de derechazos ligados por abajo. Hizo lo propio por naturales para luego terminar entre los pitones, engarzando muletazos por cada lado. Faena de valor y exposición que gustó a los aficionados. Mató de una estocada baja, pero aun así se le otorgó dos orejas. Algo injusto porque a Galdós se le negó la segunda por una faena similar en contundencia con la espada en mejor ubicación. Hay que unificar los criterios.
David Galván pechó con el peor lote. El segundo hizo cosas de manso y cosas de bravo. Abanto de salida, tardó en fijarse y se escupió tres veces en el caballo. En el segundo terció salió suelto, tendiendo hacia la querencia de la puerta de toriles. Con la muleta, Galván ensambló algunas series, pero dejó que el toro lo lleve s su querencia, en donde ya no fue posible hacer más. Lo despachó con una estocada caída del lado contrario.

No hubo nada con el cuarto, un astado feo de tipo, con signos de haber sido manipulado, sin recorrido, clase ni fondo alguno, resultando cogido al entrar a matar.