“Fujimori ha demostrado no tener ningún escrúpulo para arrojar por la ventana a sus enemigos. Y a sus amigos también”, así editorializó CARETAS en las “fiestas patrias” del año 2000. “Instalan una mayoría parlamentaria lograda en base a la traición y al soborno que es una vergüenza para el Perú, como si con esa galería de doce Judas, que recibe los escupitajos del pueblo y las pesetas de la galería, se quisiera terminar de demoler la dignidad nacional”. Se sentenciaba sobre “los límites de un modelo” en medio de una prolongada y profunda recesión. Fujimori perdía popularidad, pero retenía un 43 % de aceptación. Cifras nada despreciables en semejante crisis.
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