Por Saverio Berlinzani, analista de ActivTrades.
El viernes por la noche los mercados globales se desplomaron tras el anuncio de Donald Trump de imponer nuevos aranceles aduaneros contra China. La decisión llegó como respuesta a las restricciones impuestas por Pekín sobre la exportación de tierras raras hacia Estados Unidos.
La nueva fecha para la entrada en vigor de las tarifas está fijada para inicios de noviembre, y Trump habló de aranceles adicionales del 100% sobre todos los productos procedentes de China. Es evidente que el presidente busca utilizar esta medida como herramienta de negociación, pero por ahora el simple anuncio bastó para provocar una fuerte caída en las bolsas.
Al mismo tiempo, Trump dejó entrever que podría cancelar su próxima reunión con el presidente Xi Jinping. Los principales índices de Wall Street cerraron con pérdidas: el Dow Jones cayó 1,9%, el S&P 500 retrocedió 2,7% y el Nasdaq, referente tecnológico, se hundió 3,6%.
Las acciones tecnológicas y de semiconductores fueron las más golpeadas: AMD cedió 7,8%, Nvidia perdió 5% y Qualcomm retrocedió 7,3%, esta última afectada además por una investigación antimonopolio abierta en China.
La venta masiva se vio agravada por el shutdown del gobierno estadounidense, que cumple ya diez días y ha retrasado la publicación de datos económicos clave, aumentando la incertidumbre en los mercados. En el balance semanal, el S&P 500 y el Nasdaq retrocedieron más del 1%, mientras el Dow Jones perdió más del 2%.
SEMANA OPERATIVA
La nueva semana comienza con un aumento significativo de la aversión al riesgo, que podría empujar a los inversores hacia los activos refugio. El oro volvió a acercarse a su máximo histórico, en torno a 4.059 dólares la onza, mientras el franco suizo y el Bund alemán se consolidan como los principales instrumentos de protección.
Por el contrario, los activos de inversión como las bolsas, el dólar estadounidense y los mercados emergentes podrían verse bajo presión negativa, al menos en las primeras sesiones de la semana.
A ello se suma la prolongación del shutdown en Estados Unidos —ahora en su undécimo día—, la inestabilidad política en Francia y la crisis macroeconómica de Alemania, que complican aún más el panorama.
En el frente geopolítico, las esperanzas de una tregua duradera entre Israel y Hamas, tras la firma de un alto al fuego, alimentan el optimismo sobre un proceso de reconstrucción masiva. Con casi 200.000 edificios por reconstruir, infraestructura eléctrica e hidráulica que reparar y carreteras que rehacer, la Franja de Gaza se prepara para convertirse en un inmenso proyecto de obras públicas.
El Banco Mundial estima inversiones por alrededor de 80.000 millones de dólares. Grandes grupos estadounidenses, británicos y del Golfo ya se preparan para participar, y empresas europeas —incluidas italianas— observan la oportunidad de desempeñar un papel significativo en la reconstrucción.
DIVISAS
En el mercado cambiario, el dólar estadounidense volvió a debilitarse, penalizado como activo de inversión frente a las principales divisas competidoras. El EUR/USD subió de 1,1560 a 1,1620, mientras el GBP/USD (Cable) avanzó de 1,3260 a 1,3350. En contraste, el USD/JPY, que parecía encaminarse hacia los 155,00, retrocedió por debajo de 151,30.
Las divisas oceánicas registraron fuertes caídas, mientras que el franco suizo se fortaleció frente a todas las demás monedas. Aún no puede hablarse de panic selling, pero la tensión en los mercados aumenta. Si la tendencia se prolonga, la volatilidad podría crecer de manera sensible, ya que todavía existe amplio margen técnico antes de alcanzar niveles de saturación.
La guerra comercial continúa y se libra en múltiples frentes. Por un lado, Estados Unidos apuesta por aranceles punitivos y un dólar débil, una estrategia que a mediano plazo resulta insostenible para los países que comercian con Washington. Por otro, Europa, China y Japón enfrentan sus propias debilidades internas y buscan depreciar sus monedas para reactivar exportaciones y compensar el impacto de los aranceles.
¿Quién prevalecerá? La sensación dominante es que el dólar débil —salvo frente al yen— podría mantener su tendencia bajista hasta fin de año. Mucho dependerá de las próximas decisiones de la Reserva Federal.
Por Saverio Berlinzani