El ministro de Cultura, Fabricio Valencia, atraviesa un momento decisivo en el cargo. A pocos días de que el Pleno del Congreso debata una moción de censura en su contra, el funcionario declaró en Canal N que no renunciará de manera anticipada. “No voy a renunciar por un tema muy simple. El Congreso me convocó para una interpelación y ahora procede con la censura. Cumpliré con ese proceso”, sostuvo.
La controversia estalló en medio de la crisis por la gestión de Machu Picchu, principal atractivo turístico del Perú, y por cuestionamientos relacionados con el manejo de TV Perú, la coordinación cultural con la Unesco y los reclamos regionales en Cusco. La moción fue promovida por el congresista Edward Málaga y será debatida este jueves 9 de octubre.
Crisis en Machu Picchu: competencias en disputa
El detonante del enfrentamiento político ha sido el conflicto por la concesión del transporte turístico en la ruta Hiram Bingham. Valencia responsabilizó al municipio de Urubamba, precisando que el Ejecutivo no tiene facultad legal para intervenir. “El ente competente es el municipio. Si el ministerio actúa fuera de sus funciones, incurriría en usurpación”, advirtió.
El ministro insistió en que la labor de su cartera se circunscribe a la conservación arqueológica y que los temas de turismo y medio ambiente corresponden a otros sectores. La explicación no convenció a los críticos, que lo acusan de pasividad frente a un conflicto que afecta la imagen internacional del país.
El fantasma del título de “Maravilla del Mundo”
Uno de los cuestionamientos más mediáticos giró en torno a la advertencia de la organización New Seven Wonders, que insinuó un posible retiro del título de Maravilla del Mundo a Machu Picchu. Valencia minimizó la polémica: “Ese reconocimiento no depende de Unesco. Fue resultado de una votación pública y no de criterios técnicos”.
Sin embargo, admitió que el ministerio ya inició reuniones con representantes de dicha organización privada para atender observaciones. Su aclaración buscó disipar la idea de que el patrimonio cultural más emblemático del Perú pudiera perder un sello de prestigio internacional.
Turismo y cifras en debate
En su defensa, Valencia destacó que el flujo de visitantes a Machu Picchu no ha disminuido. Según sus cifras, hasta el momento se han vendido 1.450.000 boletos para ingresar a la ciudadela en 2025, una cifra cercana al récord de 2019 con 1.5 millones de turistas.
“El flujo turístico no se ha detenido. Ya estamos casi en las mismas cifras del año récord. Existen dificultades operativas, pero se están atendiendo”, aseguró. Con ello, buscó demostrar que el impacto de la crisis en el sector no es tan severo como lo plantean sus detractores.
Rechazo a la transferencia al GORE Cusco
Uno de los reclamos históricos del Cusco es que el Gobierno Regional asuma el control de Machu Picchu. Valencia descartó categóricamente esa posibilidad. Recordó que la Convención del Patrimonio Mundial de 1982 establece que la conservación de sitios inscritos corresponde al Estado nacional.
“El Ejecutivo no va a delegar una competencia normada internacionalmente”, subrayó, marcando distancia con la presión política regional. Con ello, blindó su gestión frente a lo que considera una exigencia inconstitucional.
¿Debe renunciar un ministro antes de una censura?
La discusión de fondo es política: ¿un ministro debe renunciar antes de ser censurado para evitar mayor desgaste? En el Perú, las censuras parlamentarias se han vuelto una práctica recurrente en medio de la fragmentación política. Algunos sectores sostienen que una renuncia voluntaria puede desactivar tensiones; otros, que hacerlo equivale a reconocer incapacidad.
Valencia eligió la segunda postura: esperar el desenlace. “Mi permanencia depende de la confianza de la presidenta Dina Boluarte y no de una presión política anticipada”, remarcó. Su apuesta es resistir hasta el final, aunque el Congreso tenga los votos necesarios para retirarlo del cargo.
Defensa de su trayectoria
El ministro recordó que su trayectoria se remonta a décadas de trabajo en museología y patrimonio cultural, lo que, según él, le otorga la legitimidad para enfrentar la actual crisis. “Mi permanencia no responde a una defensa personal, sino al compromiso con el sector”, dijo.
Para Valencia, su gestión es atacada más por motivos políticos que por deficiencias reales. Aseguró que la coordinación intersectorial con la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) está activa y que los conflictos en Cusco se están atendiendo con alcaldes y actores locales.
Expectativa en el Congreso
El jueves 9 de octubre será la prueba de fuego. El Congreso definirá si el ministro continúa en el cargo o se convierte en la nueva baja del gabinete de Dina Boluarte. La censura requerirá 66 votos, un escenario factible en un Parlamento acostumbrado a la confrontación con el Ejecutivo.
Sea cual sea el resultado, el caso Valencia reabre el debate sobre el papel del Ministerio de Cultura en la defensa del patrimonio, la administración de Machu Picchu y la fragilidad política de los ministros en el Perú.