“Arequipa tiene un enorme potencial, pero necesitamos que la formación profesional vaya de la mano con la formación humana”

Entrevista al rector de la Universidad Católica San Pablo, Alonso Quintanilla Pérez-Wicht, tras la distinción de Doctor Honoris Causa al presidente del BCR, Julio Velarde.

por Edgar Mandujano

Entrevista: Enrique Chávez

–¿Cómo nació la idea de otorgar el Doctorado Honoris Causa a Julio Velarde?
La propuesta la presentó la decana de la Facultad de Ciencias Económicas, Empresariales y Humanas, en base a los criterios que tenemos en la universidad: contribución académica, aporte a la sociedad, al país o a la región, e integridad personal. En nuestros 28 años de vida institucional hemos sido muy selectivos: solo hemos entregado cinco doctorados.

–¿A quiénes han distinguido antes?
Por ejemplo, al historiador Vicente Ugarte del Pino, que jugó un papel destacado en el diferendo marítimo con Chile; a Aníbal Figueiras, director del departamento de Señales en la Universidad Carlos III de Madrid, quien nos ayudó a implementar una de las primeras carreras de telecomunicaciones del país; y al penalista Jesús-María Silva Sánchez, uno de los más reconocidos en el mundo hispano. Velarde se suma a esa línea, aunque con una proyección nacional más evidente.

–¿Qué representa Velarde en el escenario peruano?
Su aporte más claro es la estabilidad monetaria. Que hoy en el Perú podamos comprar a crédito un televisor, un auto o una casa sin miedo a una inflación descontrolada es fruto de esa estabilidad, que está garantizada gracias a la autonomía del Banco Central consagrada en la Constitución de 1993. La inflación es el peor impuesto porque golpea a todos, especialmente a los más pobres.

–¿Cómo percibe Arequipa esa estabilidad?
Arequipa no es una isla; por más que en broma digamos que somos una república independiente, dependemos de la economía nacional. La estabilidad que ha impulsado Velarde también es la base para que la economía regional se desarrolle.

–¿Y cómo evalúa el presente económico de la región?
Arequipa crece, sobre todo impulsada por la minería. Cerro Verde es fundamental, aunque no el único motor. También crecen los servicios colaterales y las exportaciones. Pero tenemos grandes retos: sacar adelante Tía María, que en mi opinión es necesario, y el proyecto Majes II, con capacidad de generar hasta 130 mil empleos y de aportar más de un punto al PBI nacional. Tenemos potencial, pero necesitamos administrarlo con una buena formación.

–¿Qué rol cumple la universidad en ese contexto?
Nuestra preocupación es que la formación profesional vaya acompañada de una sólida formación humana. De poco sirve un ingeniero brillante si no distingue entre lo bueno y lo malo. En la San Pablo, el 30% de los planes de estudio son humanísticos: Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino. Queremos profesionales capaces de transformar la sociedad, pero para bien.

–¿No va a contracorriente en un mundo dominado por el utilitarismo?
Es cierto que hoy se impone la lógica de que solo cuenta lo útil. Pero la vida universitaria debe ser más que un medio de vida: es una mirada del mundo. Y esa mirada humanista es lo que garantiza una mejor sociedad.

–¿Cuáles son los proyectos inmediatos de la universidad?
Acabamos de lanzar la carrera de Inteligencia Artificial, la primera en el país con ese enfoque específico. Venimos con una trayectoria fuerte en Ciencias de la Computación desde 2006, gracias a doctores formados en el extranjero que regresaron a Arequipa. Nuestros egresados hoy trabajan en Google, Microsoft y empresas en Silicon Valley, y algunos vuelven con ese conocimiento.

–La IA cambia a gran velocidad. ¿Cómo enfrentar ese reto en la academia?
El conocimiento humano hoy se duplica en cuestión de semanas. Con la inteligencia artificial, quizá cada dos o tres días. Es un reto enorme porque no sabemos cómo afectará nuestras vidas ni la geopolítica: ya vemos cómo los drones son decisivos en la guerra en Europa. Por eso la carrera debe renovarse casi en tiempo real.

–¿Cómo se explica que Arequipa se haya convertido en un hub tecnológico en materia educativa?
Fue una combinación de factores. El BCP instaló hace unos años una fábrica de software aquí. Nosotros formamos una masa crítica de profesionales con redes internacionales. Y las empresas globales empezaron a demandar ese talento. Hoy, nuestros egresados están en las grandes ligas tecnológicas, y algunos regresan. Es el mundo moderno: globalización, ida y vuelta.

–¿Teme la fuga de talentos?
Al contrario. Si nuestros estudiantes no salieran, no regresarían con ese conocimiento. No hay que tener miedo a que se vayan; lo importante es que mantengan vínculos y aporten a la región.

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