La jornada de admisión en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) estuvo marcada por una historia que trascendió lo académico y se convirtió en una lección de vida. Ángel Iván Vidal Velarde, un joven de 19 años proveniente de Satipo, región Junín, llegó a Lima cargado de sueños y con la ilusión de convertirse en ingeniero civil. Sin embargo, días antes de la evaluación, el destino lo llevó al quirófano debido a un cuadro de apendicitis aguda. Apenas dos días después de la cirugía, aún convaleciente, decidió no renunciar a su meta y se presentó al examen.
Una decisión contra todo pronóstico
El caso de Ángel generó sorpresa no solo entre los demás postulantes, sino también entre los propios miembros de la comunidad universitaria. En conversación con medios locales, el joven relató que fue operado de emergencia y que los médicos recomendaron reposo absoluto. Su familia, preocupada por su estado, le sugirió postergar la oportunidad y esperar el siguiente proceso de admisión.
Sin embargo, su respuesta fue tajante: “Me operaron, pero igual vine a cumplir mi sueño”. Con esas palabras resumió la convicción que lo llevó a rendir la prueba, desafiando el dolor físico y las limitaciones de la recuperación.
¿Qué motiva a un joven a presentarse en tales condiciones?
Ángel había dejado Satipo meses atrás para instalarse en Lima, con el respaldo de sus padres, con el único objetivo de prepararse para postular a la UNI, considerada una de las casas de estudios más exigentes y prestigiosas del país. Desde niño había soñado con convertirse en ingeniero civil y construir proyectos que contribuyan al desarrollo de su región.
El temor a perder la oportunidad y tener que esperar varios meses más para volver a postular pesó más que las molestias postoperatorias. Según relató, el examen representaba un compromiso consigo mismo y con los sacrificios que su familia había realizado para apoyarlo en la capital.
Perseverancia en tiempos difíciles
El examen de admisión de la UNI es conocido por su alto nivel de competencia y por ser un reto académico que pone a prueba a miles de jóvenes. La decisión de Ángel cobra mayor relevancia en ese contexto: no se trataba de cualquier evaluación, sino de una de las pruebas más exigentes del país.
Historias como la suya reflejan un rasgo común entre miles de estudiantes peruanos que enfrentan dificultades económicas, familiares o de salud, pero que encuentran en la educación un camino para transformar sus vidas. En su caso, la operación no fue un obstáculo insalvable, sino un reto adicional.
Reacciones y ejemplo para otros postulantes
La historia de Ángel se viralizó rápidamente en redes sociales y despertó comentarios de aliento y admiración. Muchos usuarios resaltaron su coraje y disciplina, señalando que es un ejemplo de cómo la perseverancia puede vencer a la adversidad.
Incluso algunos catedráticos de la UNI señalaron que este tipo de testimonios son los que reflejan la verdadera vocación de quienes llegan a la universidad con el deseo de superarse. “Más allá de los resultados del examen, lo importante es la lección que nos da: no rendirse nunca”, comentó un docente en redes.
El desafío de la educación pública en el Perú
El caso también abre preguntas sobre la presión que enfrentan los jóvenes en los procesos de admisión y el limitado acceso a universidades públicas de calidad. Con miles de postulantes y un número reducido de vacantes, la competencia es feroz y obliga a los aspirantes a una preparación intensa.
¿Hasta qué punto esa presión lleva a los estudiantes a situaciones extremas, como la que vivió Ángel? La respuesta pasa por reconocer que en el Perú el acceso a la educación superior de prestigio sigue siendo un reto para las familias de provincias que ven en estas oportunidades la posibilidad de movilidad social.
Una historia que recién empieza
Ángel aún debe esperar los resultados del examen, pero su historia ya se convirtió en símbolo de tenacidad. Pase lo que pase con la lista de ingresantes, lo cierto es que este joven demostró que la fuerza de voluntad puede superar las barreras físicas y emocionales.
Su caso recuerda que detrás de cada postulante hay una historia de esfuerzo y que la educación, más allá de las cifras de admisión, sigue siendo un motor de esperanza para miles de familias peruanas.