Después de estudiar dos años de pintura en Bellas Artes, “no entendía cómo iba a vivir de la pintura”. Saturado de Lima y de los problemas familiares dejó todo de lado y se marchó a Arequipa. Este reto que inicialmente fue por dos semanas se prolongó tres años. “No contaba con recursos, pero quería construir mi vida y terminó gustándome mucho la ciudad, la luz”, recuerda. Y fue en la Ciudad Blanca, y después en Marbella, donde Kevin, ahora de 29 años, encontró su trazo como artista.
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