Santa Rosa, el nuevo distrito loretano en la triple frontera con Colombia y Brasil, vive jornadas de inusual actividad. A pocas horas de la llegada de la presidenta Dina Boluarte, tras su gira por Asia, el Ejército y la Marina intensificaron patrullajes en la isla Chinería, mientras guardacostas controlan el tránsito fluvial y la Policía intervino a dos topógrafos colombianos que realizaban mediciones con GPS en territorio peruano. En paralelo, ministros encabezados por el PCM Eduardo Arana dirigieron una campaña de acción social desde la Plataforma Itinerante de Acción Social (PIAS) para reforzar la presencia del Estado en esta frontera estratégica. Pero detrás de la tensión diplomática y el despliegue oficial, persiste un clamor que no llega a Palacio. El periodista loretano Jorge Linares advierte que Santa Rosa sigue siendo “la frontera olvidada del Perú”: sin agua potable ni desagüe, con un sistema de salud “deprimente” y apenas 6500 soles mensuales para atender a 14 comunidades. “Nuestros ministros llegan por un par de horas a tomarse la foto y luego se regresan a Iquitos en un helicóptero… no caminan por nuestras calles polvorientas y en mal estado”, denuncia. La provocación colombiana, dice, no debería opacar el verdadero problema: décadas de abandono estatal en el corazón mismo de la soberanía nacional.
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