La temporada 3 de And Just Like That…, el spin off de Sex & the City que se puede ver en Max, ha generado opiniones encontradas. Si bien algunos críticos señalan que es mejor que las dos primeras, otros la consideran decepcionante. La serie sigue explorando las vidas de Carrie, Miranda y Charlotte (ya no está Samantha) once años después de donde quedó la serie original.
Esta temporada vuelve a enfocarse en sus personajes principales, después de la inclusión de nuevos rostros en las temporadas anteriores que, al parecer, no aportaron mucho, ya que algunos como Che, la novia de Miranda, ha desaparecido y nadie la extraña. La idea reemplazar de alguna manera la ausencia de Samantha (ya que Kim Cattrall se negó a aparecer en esta etapa por diferencias con Jessica Parker, protagonista y productora), pero eso fue imposible.
La idea básica de la serie es abordar temas como las relaciones adultas, la fidelidad y la búsqueda de la felicidad en la mediana edad de estas tres mujeres, ya cincuentonas, tratando de encajar en un mundo distinto, en el que las redes sociales reemplazan muchas cosas y los podcasts, por ejemplo, desplazan las columnas de los diarios. Y claro, ellas ya no tienen ni la energía ni las ganas de pasarse las noches en los lugares de moda de Nueva York, tomando manhattans.
La nostalgia por Sex & the city, hace que algunos juzguen este spin off, como demasiado ligero, cuando en realidad es todo lo contrario. Un buen ejercicio para darse cuenta de eso, es ver las seis temporadas de la serie original, que se encuentran en Netflix, en los que las protagonistas, que pretendían ser un ejemplo de la mujer moderna, libre para vivir abiertamente una vida sexual sin restricciones, en realidad se convierten casi en una caricatura del sexo femenino: son mujeres que no pueden vivir sin un hombre, ni siquiera por unos meses y tienen que ser constatemente ‘rescatadas’ por ellos, gastan el dinero que no tienen en ropa de marca y no tienen la menor preocupación por lo que pasa en el mundo, mientras ellas consigan un orgasmo y nuevo par de zapatos.
En cambio, en And just like that…, por lo menos Miranda es abogada de Derechos Humanos y de tanto en tanto, en medio de sus conversaciones sobre si Carrie comprará o no una mesa de comedor que cuesta casi 7.000 dólares para empezar a llenar su mansión aún vacía, se desliza algún comentario sobre lo que sucede más allá de su exclusivo mundo de Manhattan. Los principales enredos emocionales de la vida, amor, trabajo, familia, están presentes, pero suenan suavemente, como ruido ambiental, atenuado por los temas que siempre las ocupó: el sexo y la moda.
En realidad, cada uno decide como consume este tipo de series: o te diviertes un rato con esos diálogos en los que el esfuerzo más grande que tienen que hacer las protagonistas es cuando discuten interminablemente sobre qué significan realmente los emojis en los mensajes de texto o te amargas preguntándote como a estas alturas nos quieren endilgar un cuento de hadas tan rosa mientras los Estados Unidos de Trump arde.
Debería ser insoportable por lo frívola y superficial, pero la devoción por sus personajes y la idea de una amistad sólida y duradera 27 años después del inicio de la historia en 1998, la hace especial, porque, a pesar de todos los disfuerzos de Carry Bradshaw, si hay algo que rescatar, es eso…and just like that.