Editorial: País armado | Edición impresa

por Edgar Mandujano

La reciente tragedia en un restaurante de Miraflores fue primero entendida como un presunto feminicidio seguido de un suicidio. Felipe O’Neill y Rosa de Jesús Benavides Torres celebraban el Día de la Canción Criolla con un grupo de compañeros de trabajo cuando el arma del primero se disparó y causó la muerte de la joven. O’Neill se encerró en su carro y se quitó la vida con el mismo revólver.

Pero las cámaras de seguridad confirmaron inequívocamente la versión de los testigos. El hombre dejó su canguro sobre la mesa, donde guardaba un arma para la que había recibido su licencia apenas el mes anterior, y esta se detonó por accidente. Ni siquiera salió del canguro.

Una consecuencia de la escalada de inseguridad es el incremento de la tenencia de armas de fuego, supuestamente, con fines de autodefensa. Las cifras no mienten. Según Amnistía Internacional, más de 600 personas mueren diariamente en todo el mundo a consecuencia de la violencia con armas de fuego. Pero dos tercios de estas muertes se producen tan solo en seis países: Brasil, Estados Unidos, Venezuela, México, India y Colombia. Para comparar realidades cercanas, este último país tuvo 26 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2022. Y la cifra en el Perú fue de 6 por cada 100 mil habitantes. La tenencia de armas de fuego en Colombia multiplica desde hace mucho la de nuestro país y ello explica en buena medida tal contraste.

Del mismo modo, en Estados Unidos, donde solo tres estados prohíben en general portar armas a la vista en público, hubo 45.222 muertes por armas de fuego en 2022. Números epidémicos que incluyen frecuentes tiroteos masivos y que superan por mucho los de otros países industrializados, donde no es tan fácil armarse.

Casi 27 mil personas han obtenido sus licencias de armas en el Perú en lo que va del año. En el primer semestre, según números de Sucamec, se alcanzaron cerca de 20 mil permisos emitidos en el primer semestre, lo que representa casi el 50% más que el mismo período del 2022. Cada día la entidad recibe 400 solicitudes y actualmente hay 53 mil armas con licencias vencidas. Si a este panorama se suman los números del mercado negro y los vacíos de la Ley 30299, vigente desde hace siete años, que permite la adquisición ilimitada de armamento para caza, deporte y tiro recreativo, puede entenderse la creciente magnitud del problema.

Las últimas encuestas establecen no solamente la percepción de fracaso del Estado de Emergencia (94% según Datum), sino el incremento de la percepción de inseguridad. La semana pasada, el presidente salvadoreño Nayib Bukele trinó una encuesta de Gallup en la que Perú y Ecuador empatan con 87% como los países de América Latina donde la población siente un aumento de la criminalidad. Ecuador, que era un país de relativa paz hasta que fue invadido por el narcotráfico y las mafias internacionales, ya tiene una tasa de homicidios similar a la de Colombia. En esa percepción les sigue, por cierto, Costa Rica, hasta hace poco un oasis de calma en la región que el 2022 duplicó la tasa de asesinatos peruana.

La delincuencia ya iba en aumento en el Perú, pero lo del último mes escala a otro nivel. Los criminales han respondido con una actitud abiertamente confrontacional ante el anuncio del Estado de Emergencia y la pérdida de respeto a la autoridad es cada vez más extendida.

Sería trágico que como consecuencia de este incremento de la inseguridad el Perú se convierta en un país mucho más armado, lo que no será tan fácil de revertir como la actividad de “Los Gallegos”.    

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