La nueva gran apuesta fiscal del presidente Donald Trump, bautizada con grandilocuencia como “One Big Beautiful Bill Act”, ha desatado una fuerte polémica incluso antes de llegar a la Casa Blanca para su promulgación. La ley fue aprobada en la Cámara de Representantes el pasado 22 de mayo, pero aún debe superar el filtro del Senado, donde el líder republicano John Thune busca votarla nada menos que el 4 de julio, una fecha simbólica que pretende revestir el proyecto de patriotismo y gloria económica.
Pero la realidad es mucho menos festiva para la mayoría de estadounidenses. Según proyecciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), el plan fiscal impulsado por Trump elevaría la deuda nacional en unos 2,4 billones de dólares adicionales para 2034. Detrás de estas cifras colosales hay consecuencias directas para millones de hogares.
El centro de investigación Budget Lab de la Universidad de Yale, reconocido por su enfoque apartidario, ha desmontado pieza por pieza el proyecto de ley. Su análisis advierte que, en combinación con los nuevos aranceles impuestos desde el 1 de junio, la reforma fiscal reduciría los ingresos netos —después de impuestos y transferencias— del 80% de los hogares estadounidenses. Los más perjudicados serían, una vez más, los más pobres: el 10% con menores ingresos vería caer sus recursos en más de 6,5%, mientras que el 1% más rico aumentaría sus ingresos en torno al 1,5%.
En pocas palabras: el “gran y hermoso proyecto” representa un verdadero explosivo social.
Musk vs Trump: el pulso continúa
Uno de los críticos más vocales del proyecto es Elon Musk, CEO de Tesla, SpaceX y otras compañías clave del ecosistema tecnológico estadounidense. Musk ha calificado la ley como una forma de “esclavitud por deuda” y ha advertido que promoverla podría costar caro en las elecciones legislativas de este año. “Cualquier congresista que haya prometido reducir el gasto público y ahora vote por el mayor incremento de deuda en la historia debería sentir vergüenza”, sentenció.
Musk no solo apunta contra los republicanos que impulsen la ley: también se expone él mismo a represalias. Trump ha amenazado en varias ocasiones con cortar los subsidios federales a Tesla y, sobre todo, a SpaceX. Este nuevo choque político podría traducirse en mayor volatilidad para las acciones de Tesla, en un entorno bursátil ya condicionado por la incertidumbre macroeconómica.
En este ajedrez electoral, legislativo y empresarial, Trump busca consolidar su legado económico. Pero el costo político y social —y los efectos sobre los mercados— podrían ser mucho más altos que lo anticipado.
Dirk Friczewsky, ActivTrades.
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