El arte no se acomoda: Galería Gato y su revolución silenciosa en Lima

Por Marce Rosales | Desde una casona, el espacio dirigido por Axier Villanueva desafía lo convencional y propone el arte como zona de fricción y pregunta.

por marcerosalescordova@gmail.com
galeria gato

Galería Gato emerge como un espacio improbable. Su casona en Jirón Breña, a pasos de la Plaza Bolognesi, aloja una propuesta curatorial que no busca agradar, sino generar tensión. Dirigida por Axier Villanueva, Gato tiene el propósito de ser un lugar donde el arte no se explica, sino que incomoda.

“La ubicación en el Centro Histórico fue totalmente deliberada. Queríamos que el exterior tradicional contrastara con un interior profundamente contemporáneo. Esa disrupción es parte de nuestro lenguaje”, afirma Villanueva en entrevista con Caretas. Para él, la galería no es un contenedor neutro, sino un espacio simbólico que dialoga con la historia y con los límites de la percepción.

La muestra actual “DAYTIME NIGHTTIME”, que reúne a tres artistas de distintas latitudes: Nicolas Lamas (Perú), Erika Hock (Kirguistán) y Sihan Guo (China).

Desde su apertura, Galería Gato ha mostrado un compromiso nítido: hacer del riesgo una condición. “No trabajamos con obras que reafirmen lo establecido, sino con aquellas que incomodan, que generan preguntas abiertas. No queremos que nuestras exposiciones sean simplemente bellas. Queremos que sean inquietantes”, sostiene su director.

Esa filosofía se materializa en su actual muestra, DAYTIME NIGHTTIME, que reúne a tres artistas de trayectorias disímiles pero con una afinidad común: desdibujar fronteras. Nicolás Lamas (Perú) tensiona la relación entre cuerpo, objeto y tecnología; Erika Hock (Kirguistán, radicada en Alemania) convierte la arquitectura en escultura habitable; y Sihan Guo (China) desarma la pintura tradicional para crear paisajes de abstracción tecno-orgánica.

Villanueva aclara que la galería no se rige por una línea conceptual cerrada. Al contrario, busca que las tensiones entre obras se conviertan en un lenguaje. “Nos interesa la disonancia. Lo que importa es el rigor de la propuesta y su capacidad de provocar al espectador. Que una exposición no sea un punto de llegada, sino una zona en disputa”, explica.

Esa visión trasciende lo nacional. Desde su fundación, Galería Gato ha buscado posicionarse como un nodo en el circuito de arte contemporáneo internacional, sin perder su anclaje local. “Queremos que el arte peruano dialogue con tendencias globales, y que Lima se vuelva una ciudad que pueda acoger ese tipo de conversaciones”, afirma.

DAYTIME NIGHTTIME es, en efecto, un manifiesto de esa intención. Más que una exposición, funciona como una coreografía de contradicciones: entre lo real y lo imaginado, lo permanente y lo efímero, el día y la noche. En Gato, nada es literal. Todo es campo de juego, de interrogación, de posibilidad.

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