El 6 de abril, un violento ataque en la Avenida Trapiche, en el distrito de Comas, dejó como resultado la muerte de dos personas a plena luz del día. Kevin Ronaldo Cruz Herrera, de 24 años, y Rosario Aliaga Huamán, de 45, se encontraban en su vehículo cuando fueron acribillados por sicarios que se desplazaban en motocicleta. Este crimen, registrado por cámaras de seguridad, conmocionó a la comunidad y puso de relieve la creciente violencia en la capital peruana.
Rosario, quien administraba un pequeño negocio de comida en la zona de Belaúnde, había sido blanco de amenazas por parte de extorsionadores. Se sospecha que los atacantes estaban exigiendo el pago de “cupos”, y al no recibir respuesta, decidieron llevar a cabo el ataque. Este caso evidenció la precariedad y el riesgo que enfrentan muchos pequeños emprendedores en las zonas vulnerables de Lima.
El incidente ocurrió cerca de las 2 de la tarde, frente a un colegio, lo que subrayó la impunidad con la que operan los delincuentes en la ciudad. Tras abrir fuego, los asesinos huyeron del lugar, dejando tras de sí un escenario aterrador que incluyó al menos 15 casquillos de bala esparcidos por el suelo. Este nivel de violencia no solo afecta a las víctimas, sino también a la comunidad en general, que vive con miedo y ansiedad.
Las autoridades iniciaron una investigación para esclarecer los hechos y dar con los responsables. Con este suceso, se volvió imperativo abordar la problemática de la extorsión y la seguridad ciudadana en Lima, donde la violencia continuó aumentando. La esperanza de justicia y la necesidad de proteger a los ciudadanos se volvieron más urgentes que nunca en un contexto tan alarmante.