Al cerrar el año el MAC presenta la exposición “Contemporáneo 1” la que considero la más trascendente de los últimos años de crisis. Su director, Pedro Pablo Alayza, junto al Directorio, encabezado por Meg de Romaña, han tomado la audaz decisión de emplear la mayor sala del Museo en una muestra de dos años de duración que contiene una selección de arte peruano desde inicio del siglo XX hasta nuestros días. Esta decisión plantea una reestructuración de las actividades del MAC que solo permanecerá con la sala media y la pequeña para las exposiciones temporales, aún las más importantes, como la de Moico Yaker que irá a la sala 2, de 200 metros cuadrados. Esta promete ser una de las grandes muestras de 2025.
La visita es indispensable, especialmente para estudiantes, y merece un análisis completo que haremos en próxima edición. Dividida en cuatro secciones, el visitante recorre la sala relacionando la historia y el arte del país a través de las obras que se hicieron en determinado momento.

Habría que señalar que la colección propia solo ocupa una mínima parte de la sala. Ocurre que el IAC, a pesar de su nombre, es esencialmente moderno y lo contemporáneo proviene de importantes colecciones locales.
Esta es la típica actividad que permite el lucimiento curatorial. Así parecen haberlo entendido Aldo del Valle y Jorge Villacorta que han impuesto su autoría a la exhibición. Esa es su labor y la han hecho muy bien. Se puede discrepar de unas pocas inclusiones y de penosas omisiones, pero es imposible incorporar a todos. Considero que el trabajo de un curador consiste también en decidir, invitar, descartar, porque se trata de una propuesta inabarcable.
Este viaje en el tiempo que propone el MAC nos permite ser optimistas. Allí es posible comprobar –con ausencias y presencias– la riqueza del arte peruano e imaginar las inagotables posibilidades de las siguientes exposiciones que habrán de venir.
Finalmente el MAC es un museo.

Toda una Vida
Cumplir 50 años en un país de crisis alternadas por breves temporadas de optimismo es una tarea que implica una lucha titánica contra la abulia, la ignorancia y la indiferencia. Eso es lo que más admiro de una empresa como Forum que se ha mantenido en pie en tiempos de luchas para sobrevivir.
En realidad, siempre ha sido así. Su inauguración en septiembre de 1974, en la galería Los Duendes de la avenida Benavides –la precursora de los shopping centers de hoy– se inicia la tarea que Forum se impuso para privilegiar a un arte joven sin descuidar a los valores consagrados de la época, de abrir puertas a otros aspectos del arte y del diseño, de educar, en suma. Eran los años más duros de la dictadura militar y, paradójicamente, la época en la que se consolidó el mercado de arte.
En esos tiempos enclaustrados necesitábamos que el arte tuviera un estímulo contemporáneo como el de cualquier otro país. Por eso Forum invitó a varios artistas internacionales de enorme prestigio, como ocurrió con Karel Appel, quien además de exponer hizo el mural más grande de América Latina en Villa El Salvador. Hoy no quedan huellas.
La cotización del arte en el Perú era más modesta que hoy y las ventas proliferaron porque esa generación a la que pertenezco comprendió la importancia del arte en nuestras vidas. Para nosotros, que nos iniciábamos en una modesta colección, la galería creó un club del cuadro en el que se podía pagar en cuotas o sacaba ediciones de grandes escultores con todas las facilidades para su adquisición.
Carmen Jarque y Cecilia González tuvieron la iniciativa. Luego Claudia Polar se encargaría de convertir a Forum en una de las principales galerías del medio, en compañía de la queridísima China Mulanovich, su hermana Tea Zegarra y un grupo de mujeres que se empeñaron en divulgar el arte en esta ciudad. Ellas nos permitieron conocer a sucesivas generaciones de artistas que hoy forman parte de la historia del arte del Perú.
Es mucho lo que se pudiera decir de Forum y su aporte a la cultura visual del Perú. Su perfil ha cambiado –como el de todos– y la galería ha emprendido una lucha sin precedentes para sobrevivir. Su muestra de aniversario, que reúne a más de 250 artistas, da testimonio de lo fructífera que ha sido esta vida. Gracias.

Los Concursos
ICPNA: En el presente año el ICPNA mantuvo el criterio de la preselección a cargo de un solo curador, pero esta vez contrató a Gabriela Germaná, quien hizo una preselección impensable en años anteriores, dio oportunidades igualitarias a varias disciplinas, no menospreció a la pintura y pisó tierra tomando decisiones acertadas sobre la producción artística del Perú.
El jurado integrado por Luz Letts, Víctor Mejía y María del Pilar Riofrío eligió ganador y menciones ajenos a mis predilecciones, lo que es totalmente irrelevante.
MUCEN: El jurado, integrado por Claudia Coca, Ángela Delgado, Vera Tyuleneva y Moico Yaker, eligió a 40 semifinalistas. Hay de todo, pero la mayoría de los participantes son pintores dentro de la tradición occidental. También hay bordados, artistas de Sarhua y otras manifestaciones que son rupturas de interés, entre ellas la de María Laso Geldres que ganó un primer premio que pudiera causar polémica. Se trata de una propuesta contemporánea que difícilmente catalogaría como pintura en el sentido más riguroso del término. Es más bien un ensamblaje de casilleros de madera con cuadrados de sillar sobre los cuales ha pintado imágenes de apariencias subversivas.
Al respecto haré una paráfrasis de Umberto Eco cuando en “La definición del arte” habla de Stephan Dédalus, los jesuitas y la casuística. Y me pregunto ¿cuándo veo un cuerpo tallado en madera con partes coloreadas se trata de una pintura o una escultura?
Este tipo de ambigüedades obligan al MUCEN a revisar las bases de un evento que está haciendo daño a nuestra educación visual. María del Pilar Riofrío, su directora, deberá definir lo que desea del concurso y asumir la responsabilidad de sus resultados. El jurado es muy respetable, pero debe rotar.
MUNICIPALIDAD METROPOLITANA DE LIMA: Si antaño otorgaba el premio Ignacio Merino al pintor más destacado, este año creó un concurso con su nombre. Se debió divulgar más, pero la participación es correcta. El jurado integrado por Eleine Rodríguez, Cecilia Bákula, Martina Martínez, Mercedes Castro y Giuliana Baanante eligió ganador del Primer premio a Rubén Saavedra Cobeñas, el segundo premio fue para el prestigioso José Antonio Gómez Hernández, y el tercero al acuarelista Gonzalo Esteban Altamirano Laymito. Los tres son muy buenos pero el premio, tratándose de adquisición, debe aumentar.