La parálisis facial, conocida también como parálisis de Bell, es un trastorno neurológico que puede aparecer de manera repentina, afectando un lado de la cara. Esta condición, causada por la inflamación del nervio facial, interrumpe la comunicación con los músculos faciales, lo que provoca asimetría en el rostro y puede generar gran preocupación en quienes la padecen.
¿Quiénes están en riesgo?
Según el Dr. Francisco Aquino Peña, neurólogo del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas (INCN) del Ministerio de Salud (Minsa), la parálisis de Bell es más común en personas adultas y se asocia con afecciones como la diabetes y otros trastornos que debilitan el sistema inmunológico. Además, se ha relacionado con el virus del herpes simple, lo que puede aumentar el riesgo de desarrollar esta condición.
¿Cuáles son los síntomas más comunes?
Los síntomas suelen ser evidentes y ocurren de manera rápida. La persona afectada no podrá cerrar el ojo, arrugar la frente ni realizar acciones como hablar, silbar o sonreír de forma normal. En algunos casos, puede incluso haber trastornos en el gusto. Otros síntomas incluyen debilidad en un lado de la cara, dolor cerca de la mandíbula o detrás de la oreja, pérdida de gusto en los dos tercios anteriores de la lengua y presión alrededor del ojo afectado.
¿Por qué es importante un diagnóstico temprano?
El Dr. Aquino Peña recalca que, al presentar estos síntomas, es fundamental acudir de inmediato a un centro de salud. El diagnóstico y tratamiento oportunos son clave para evitar secuelas a largo plazo, como pérdida de la función motora o espasmos faciales, que pueden quedar como secuelas permanentes si no se recibe el tratamiento adecuado a tiempo.
Tratamiento oportuno: la clave para una recuperación completa
La buena noticia es que, en muchos casos, la parálisis de Bell se puede recuperar por completo si se inicia el tratamiento adecuado a tiempo. El Dr. Luis Farro Uceda, director del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), destaca que la terapia física es fundamental para restaurar la función muscular, especialmente mediante ejercicios terapéuticos y el uso de agentes físicos como compresas calientes o electroestimulación.
En cuanto al tratamiento médico, los corticoides administrados en los primeros días de la enfermedad son esenciales para reducir la inflamación del nervio facial y mejorar las posibilidades de recuperación. En casos más graves, cuando existen complicaciones adicionales como el síndrome de Ramsay Hunt, se pueden recetar antivirales para ayudar a combatir la afección.
¿Cómo prevenir secuelas permanentes?
La rapidez en la atención es crucial. Los casos leves y moderados de parálisis de Bell tienden a mejorar casi por completo, pero los más graves pueden dejar secuelas duraderas. Por esta razón, es fundamental no subestimar los síntomas y buscar atención médica inmediata.
En 2024, el Instituto Nacional de Rehabilitación brindó 164 terapias para tratar la parálisis facial. Solo en enero de este año, 12 personas han recibido atención en este centro. Esto demuestra que, aunque la parálisis de Bell es tratable, el tiempo juega un papel fundamental en la recuperación.
La parálisis de Bell no debe esperar
La parálisis de Bell es una afección tratable, pero las secuelas pueden ser permanentes si no se actúa a tiempo. Si experimentas cualquiera de los síntomas mencionados, no dudes en acudir a un establecimiento de salud. Cuanto más pronto se reciba tratamiento, mayores serán las posibilidades de una recuperación completa y sin secuelas.