La tarde del martes 4 de febrero, los ciudadanos de Lima se alarmaron al ver que las aguas del río Rímac se tiñeron de rojo. Este fenómeno se extendió desde el puente Trujillo hasta la alameda de Chabuca Granda, lo que generó gran preocupación en las redes sociales. Los usuarios compartieron imágenes y videos que rápidamente se volvieron virales, y muchos especularon sobre la posible contaminación causada por empresas irresponsables.
A raíz de la situación, el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima (Sedapal) aclaró que la alteración en el color del río solo ocurría “aguas abajo” de sus compuertas de captación y que no representaba un riesgo para el abastecimiento de agua. La empresa aseguró que el proceso de captación y tratamiento del agua continuaba con normalidad y que la turbidez en el río era dentro de los parámetros habituales para la temporada.
Sin embargo, la preocupación persistió en algunos sectores, quienes pidieron investigar posibles vertidos de sustancias químicas al río. A pesar de la explicación oficial, el suceso dejó en evidencia las inquietudes de los ciudadanos sobre la calidad del agua y la contaminación del río Rímac.