Emilia Pérez, por Leny Fernández

La película deslumbra como musical, pero su guion la lleva al borde del abismo.

por marcerosalescordova@gmail.com
Emilia Pérez

El narcotraficante mexicano Manitas del Monte (Karla Sofía Gascón), contrata a la abogada Rita (Zoe Saldaña) para que lo ayude a empezar de cero, pero convertido en la mujer que siempre anheló ser. Así comienza Emilia Pérez, película del francés Jacques Audiard, premiada en el Festival de Cannes y en los Globos de Oro, pero también objeto de críticas que muy poco tienen que ver con lo cinematográfico. Aquí no queremos sumarnos a ese coro.

Para empezar, hablemos del género en el que se enmarca: el musical. Un género que se encuentra íntimamente ligado al espectáculo, así como a la fantasía. Dicho esto, no tiene sentido buscar algún tipo de rigurosidad social o histórica en la puesta en escena, ni en la forma en cómo, a nivel de guion y/o narrativa, una película musical aborda temas de esa índole. Es como si exigiéramos un estricto reflejo de la realidad en el arte. Hacerlo, sería desconocer su esencia como interpretación de aquello que nos rodea, interpela o asombra. Así, la polémica en la que se ha visto envuelta Emilia Pérez, acerca de su mirada sobre México (o América Latina) y la violencia, resulta un despropósito.

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No obstante, la película de Audiard sí presenta deslices que hay que señalar. El principal es el pobre desarrollo del personaje protagónico, a quien vimos en las secuencias iniciales como un fiero criminal, pero al que le basta una elipsis para realizar un cambio no solo físico, sino espiritual. Es verdad que, antes de la transformación de Manitas en Emilia Pérez, hay un momento en el que, mediante el canto, se muestra un costado vulnerable vinculado a su identidad; sin embargo, la falta de una mínima incursión posterior que muestre alguna evolución de ese personaje, logra que su redención luzca postiza, cosmética. Ello trasciende al desempeño de Gascón, quien interpreta con mayor convicción el complejo rol del Manitas, para, después, volverse unidimensional como Emilia Pérez.

Defectos de guion —en el que también incluimos la construcción, meramente utilitaria, del personaje de Selena Gómez—; canciones poco inspiradas, y un tratamiento que se torna predecible, hacen, de Emilia Pérez, una experiencia que, literalmente, desbarranca. 

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