El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, ha confirmado recientemente que el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo emérito de Lima, enfrenta sanciones por acusaciones de abusos sexuales. Estas medidas incluyen la prohibición de usar las insignias cardenalicias, la obligación de residir fuera de Perú y la limitación de su actividad pública. Según Bruni, estas sanciones siguen vigentes, a pesar de las dispensas puntuales concedidas debido a la edad y situación familiar de Cipriani.
Las acusaciones, que datan de 1983, fueron presentadas por un denunciante que tenía entre 16 y 17 años en ese momento. Según el relato de la víctima, Cipriani, cuando era sacerdote, habría realizado gestos impropios, incluyendo caricias. Aunque el cardenal ha negado rotundamente las acusaciones, asegurando que nunca cometió abuso sexual, afirmó que no tuvo la oportunidad de defenderse adecuadamente ni de ser informado de las denuncias antes de ser sancionado.
Cipriani, quien fue arzobispo de Lima desde 1999 hasta 2019, también aseguró en su carta pública que no le permitieron conocer las acusaciones ni participar en un proceso formal. A pesar de ello, el Vaticano subrayó que el cardenal aceptó las sanciones impuestas tras su renuncia obligatoria a la sede de Lima, la cual ocurrió en 2019 después de alcanzar la edad canónica para hacerlo.
Por otro lado, se destacó que el Papa Francisco, en 2020, permitió a Cipriani reanudar ciertas tareas pastorales, después de una audiencia privada. Sin embargo, las medidas disciplinarias continúan vigentes, y el cardenal ha tenido que mantener un perfil bajo fuera de Perú, residiendo entre Roma y Madrid.
El caso ha salido a la luz en un contexto particularmente sensible para la Iglesia Católica en Perú, especialmente debido a la reciente disolución del “Sodalicio de Vida Cristiana”, una organización católica peruana implicada en abusos de todo tipo.