MADRID, 1 Nov. (EUROPA PRESS) –
Al menos veinte personas, entre militares y personal civil, de un regimiento del Ejército de Bolivia situado en la localidad de Villa Tunari, en Cochabamba, han sido tomados como rehenes por parte de grupos afines al expresidente Evo Morales, en el marco de la crisis política que desde hace meses sigue en aumento.
Al menos unas 2.000 personas han irrumpido de forma violenta en el cuartel Cacique Juan Maraza, según ha relatado uno de los militares que se encuentra retenido a través de un vídeo difundido por varios medios bolivianos. “Nos han cortado el agua, la luz y nos han tomado como rehenes”, ha contado.
Las demandas de los simpatizantes de Morales pasan por la renuncia del presidente Luis Arce y la no intervención de las fuerzas de seguridad en los bloqueos que han levantado en decenas de carreteras por todo el país y contra los que el Gobierno ha lanzado un gran operativo en las últimas horas.
“La vida de todos mis instructores y de mis soldados está en peligro”, se escucha decir a este soldado en medio de las peticiones de los asaltantes para que dimita Arce, quien advirtió estos días a Morales y a sus acólitos de que de no acabar con los bloqueos tendría que ejercer sus “facultades constitucionales”.
Mientras continúan los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, el expresidente Morales ha respondido a las demandas de Arce a través de una carta pública en la que le ha comparado con la opositora, ahora encarcelada, Jeanine Áñez, quien se autoproclamó presidenta durante la crisis política de 2019.
En la misiva, Morales hace referencia a las advertencias de Arce acerca de tener que sacar a las Fuerzas Armadas si continúan los bloqueos y las violentas protestas. De hacerlo, “será usted quien cargue con la responsabilidad de dividir y herir a Bolivia de forma irremediable y sin retorno”, ha escrito.
“Su nombre quedará en la historia junto al de Áñez, como uno de los presidentes que empobreció al pueblo, debilitó al Estado y que apuntó sus armas contra su propia gente”, ha enfatizado Morales, quien le ha advertido de mancharse las manos “con la sangre de los indios, los pobres y los campesinos que prometió defender”.
“Hace cuatro años, cuando se preparaba para asumir la presidencia, nadie hubiera imaginado que los últimos meses de su gobierno serían tan oscuros y lamentables; menos aún que usted terminaría autorizando la violencia contra quienes lo llevaron al poder con su voto, su lucha y su sangre”, le ha reprochado.
Hace dos semanas, los seguidores de Morales comenzaron a levantar bloqueos en varios puntos de la geografía boliviana, especialmente en Cochambamba –bastión del expresidente, pero también en otras áreas de Potosí, Oruro, o Santa Cruz.
Las protestas, que si bien en un principio estaban motivadas por la crisis económica, han servido para reclamar las aspiraciones políticas de un Morales, que a pesar de no estar habilitado insiste en presentarse a las nuevas elecciones. Los enfrentamientos con las autoridades han ido en aumento especialmente esta semana, después de que denunciara un supuesto plan para acabar con su vida.
Mientras tanto, Morales tiene varias causas judiciales abiertas. A las denuncias por los destrozos que se originaron durante la gran movilización que encabezó en septiembre, se ha sumado recientemente por los ataques a la Policía y sobre todo la de supuesto abuso de menores y trata de personas por una relación que tuvo con una menor de 16 años cuando era presidente, y de la que nació una niña.