Argentina, que está sumida en una recesión y estanflación, necesita 23 mil millones de dólares para pagar sus deudas en 2025.
“Las expectativas de los participantes de los mercados reflejan interrogantes sobre la disponibilidad de dólares que tendrá la economía para hacer frente a sus obligaciones externas en 2025, que suman unos 23 mil millones de dólares”, revela la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL).
El rumbo de la macroeconomía argentina siguió su tendencia de reducción de la tasa de inflación minorista, las brechas cambiarias entre el dólar oficial y las cotizaciones financieras se han mantenido y el crédito al sector privado da signos de un inicio de recuperación en el último mes, señalan Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez, economistas de FIEL.
“Hace un año atrás, el riesgo país, que mide la percepción de los inversores sobre la macroeconomía de los países, rondaba los 2 mil puntos y actualmente se encuentra en los mil 500 puntos”, expresa.
Desde el 2002, año en que se dio la crisis del corralito, Argentina ha tenido problemas para tener dólares para hacer pagos a sus acreedores. Incluso en 2015 el gobierno argentino tuvo que comprar dólares en efectivo para el pago del Boden 2015.
Esa escena ha sido única para cualquier país donde la operación de su banco central da certeza y certidumbre cambiaria como sucede en Brasil y México, cuyos tipos de cambio son usados para hacer operaciones de pago o como apuestas de inversionistas.
Al 9 de octubre de 2024, el tipo de cambio en Argentina cotizaba mil 009 pesos argentinos por dólar, mientras que divisas como en México se vendía en 19.46 dólares por dólar (en color azul). Y en Brasil cerraba en 5.60 reales por dólar (en naranja), señala Activtrader, la plataforma de trading de Activtrades.
Argentina importó dólares en efectivo
“El pago de los bonos que hace Argentina es en efectivo, casi no hay ejemplo en 120 países que seguimos nosotros (o calificamos) que paguen su deuda en efectivo, pues en todo el mundo hacen roll-over”, dijo en ese momento Gabriel Torres, vicepresidente y analista de Moody’s.
“Cuando los países se ven obligados a pagar en efectivo es porque están en una gran crisis grande. Entonces en este caso Argentina no le quedó de otra y representa un problema”, asegura Torres.
La historia poco usual en otras economías del mundo se dio con la importación de dólares a través de las panzas de los aviones para pagar bonos en efectivo el martes 29 de septiembre de 2015.
Ese día, varios camiones de caudales Brinks se acercaron a un avión de American Airlines, que había aterrizado en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Desde ahí salieron 5 mil 900 millones de dólares que serían entregados, en efectivo, a los compradores del Boden 2015, una década atrás.
Hoy el gobierno de Javier Milei ha puesto su esperanza en obtener dólares para el pago de sus compromisos financieros a través de las exportaciones de granos como maíz, trigo, soya, así como carne, metales preciosos y litio.
“La fortaleza del dólar ha sido un factor crítico que ha afectado tanto al oro como al petróleo”, dice Ion Jauregui, analista ActivTrades.
El experto dice que un dólar más fuerte encarece las materias primas denominadas en esta moneda para compradores internacionales, lo que tiende a deprimir la demanda y, por lo tanto, los precios.
“El fortalecimiento del dólar, junto con el alza en los rendimientos de los bonos del Tesoro, ha reducido el atractivo de activos como el oro y el petróleo, que son sensibles a los movimientos de la divisa estadounidense”.
“En el cierre del mes de julio, el saldo del balance comercial de los siete primeros meses del año fue de 12 mil 262 millones de dólares, mostrando un enorme contraste con el saldo negativo de 5 mil 193 millones de dólares del período equivalente anterior”, comentan los economistas de FIEL.
Agregan que las exportaciones crecieron 14,8 por ciento en valor y las importaciones decrecieron 25.9 por ciento en el período. “Ello ocurrió a pesar de que los términos del intercambio siguieron siendo negativos, con una caída mayor de los precios internacionales de nuestras exportaciones con respecto a los precios, también en baja, de nuestras importaciones”.
“En los próximos meses se observará una caída estacional de las exportaciones hasta la llegada de la cosecha de trigo en noviembre-diciembre, por lo que el balance comercial comenzará a aportar menos divisas”, expresan Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez.
Aunque es probable, además, que la balanza de combustibles y energía siga generando mayores saldos que en el pasado por la reducción de las importaciones y el aumento exportador.
Por el lado de las importaciones, éstas suavizarán su descenso en respuesta a un mejor tipo de cambio por la reducción del impuesto PAÍS desde 17.5 por ciento al 7.5 por ciento (sólo aplicable a bienes y fletes sin incluir al dólar para turismo o compras directas de consumo al exterior). También un nivel de actividad en leve mejoría podría reactivar las importaciones de insumos.
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