Escribe: JUSTO CARBAJAL AGUIRRE
El nuevo Aeropuerto Internacional Jorge Chávez ha sido recibido con entusiasmo. Anunciado como un hito en la modernización de la infraestructura peruana y con una inversión crucial en la conectividad internacional del país, va a ser presentado en diciembre de este año como un baluarte de progreso y eficiencia. Sin embargo, al analizar más de cerca sus características, ubicación y el entorno que lo rodea, vale revisar algunos puntos con más detalle.
Para empezar, es positivo que el terminal de pasajeros haya sido diseñado con un enfoque en la modernidad y tiene un diseño que promete mejorar la experiencia del viajero. Con techos altos, amplios espacios y una fachada de vidrio que refleja la luz del sol limeño.
Sin embargo, el tema de la accesibilidad sigue siendo una incógnita. Es cierto que ya hay gestiones para que la nueva línea del metro de Lima tenga una estación en el aeropuerto, no obstante, hasta su materialización, cientos de miles de personas ingresarán por vías regulares.
El ministro de Transportes presentó la semana pasada un mapa con nueve rutas de acceso al nuevo aeropuerto. Según comentó, han sido diseñadas para atender la futura demanda de vehículos particulares y taxis en el nuevo aeropuerto.
Desde una perspectiva técnica, el nuevo aeropuerto manejará hasta 35 millones de pasajeros anuales, una ambiciosa cifra que refleja el optimismo de las autoridades sobre el crecimiento futuro del tráfico aéreo en Lima. Las pistas de aterrizaje han sido ampliadas y modernizadas, y se han incorporado características que permiten una mayor eficiencia en las operaciones de despegue y aterrizaje. En teoría, estos desarrollos prometen transformar a Lima en un importante hub aéreo en la región.
Pero aquí es donde el entusiasmo comienza a desmoronarse bajo un análisis más riguroso. A pesar de los avances tecnológicos y arquitectónicos, el verdadero éxito de un aeropuerto no se mide únicamente por su apariencia o por la tecnología que alberga, sino por su funcionalidad general y su integración con el entorno urbano y social. Y en estos aspectos, el nuevo Jorge Chávez muestra notables deficiencias. Solo en los dos últimos años se han visto problemas, como huelgas de controladores aéreos, problemas en el aterrizaje y hasta accidentes que cobraron la vida de bomberos.
LA NUEVA ENTRADA POR LA AVENIDA MORALES DUÁREZ
Como se sabe, una de las decisiones más cuestionables es el nuevo ingreso al aeropuerto por la avenida Morales Duárez. Lima no es una ciudad famosa por su seguridad, y la Avenida Morales Duárez, en particular, es conocida por sus problemas de criminalidad y caos urbano. La idea de dirigir el tráfico de pasajeros y visitantes internacionales a través de esta zona plantea serias dudas, salvo que se tomen todas las medidas de seguridad, orden y limpieza.
Es así que el ministro Pérez-Reyes aún viene prometiendo la implementación de siete intervenciones viales para asegurar un tránsito fluido en estas rutas y un convenio con la Policía Nacional del Perú para reforzar la seguridad. También se promete la construcción de dos puentes en la intersección de Morales Duárez con Faucett.
La Morales Duárez, lejos de ser una vía de entrada digna para un aeropuerto de categoría internacional, es una calle que ha sido un foco constante de problemas de seguridad e higiene. Las áreas circundantes han sido escenarios recurrentes de delitos y altercados, y la falta de infraestructura adecuada y vigilancia efectiva en esta zona aumenta el riesgo para los viajeros y trabajadores del aeropuerto. Además, en materia de infraestructura, representa varias taras.
En lugar de una entrada principal que debería ser un escaparate de la modernidad y la seguridad, nos encontramos con una vía que refleja las deficiencias de la planificación urbana limeña. La falta de un plan integral para mejorar la seguridad y la infraestructura en esta área específica delata una desconexión alarmante entre los diseñadores del aeropuerto y las realidades de la ciudad. La elección de esta ubicación para la entrada principal no solo es una decepción, sino un claro indicador de la falta de visión a largo plazo en la planificación del proyecto.
FUNCIONALIDAD DEL AEROPUERTO Y MEDIDAS URGENTES
La funcionalidad de un aeropuerto no depende solo de su diseño y capacidad, sino también de la eficacia del sistema de transporte que lo conecta con el resto de la ciudad. En Lima, el sistema de transporte público ha sido históricamente una fuente de frustración y caos. La ciudad se enfrenta a problemas crónicos con el tráfico vehicular, la falta de infraestructura adecuada y un sistema de transporte público que está lejos de ser eficiente.
El nuevo aeropuerto, con su prometida capacidad para manejar a millones de pasajeros, debería haber sido acompañado de una planificación rigurosa para garantizar que los viajeros puedan llegar y salir de manera eficiente. Sin embargo, el panorama actual del transporte en Lima sugiere que el aeropuerto podría ser un punto neurálgico de congestión en lugar de un nodo de eficiencia.
El sistema de metro de Lima, que ha sido una de las promesas recurrentes de mejora en la ciudad, aún no está completamente operativo. Las líneas de metro que se proyectaron para conectar el aeropuerto con el centro de la ciudad están en diversas etapas de planificación y construcción, pero no se espera que estén completadas en el corto plazo. Mientras tanto, los pasajeros que lleguen al aeropuerto tendrán que enfrentarse a una red de buses desbordados, taxis informales y un tráfico vehicular que puede llegar a ser caótico.
La falta de una conexión directa y eficiente entre el aeropuerto y el resto de la ciudad es una grave deficiencia. La planificación de la infraestructura de transporte debería haber sido una prioridad desde el principio, pero en cambio, parece que el nuevo aeropuerto ha sido diseñado sin tener en cuenta la realidad del transporte urbano en Lima. La integración del aeropuerto con el sistema de transporte existente es, por decirlo de manera benigna, un desastre anunciado.
Es vital mejorar la coordinación entre las autoridades. Especialmente por parte del alcalde del Callao, Pedro Spadaro, del ministro de Transportes, Raúl Pérez-Reyes, y del director de Provías, Iván Aparicio. Solo la colaboración efectiva podrá garantizar que los aspectos del proyecto estén alineados con las necesidades y realidades de la ciudad. Estamos a tiempo de corregir.
El nuevo Aeropuerto Internacional Jorge Chávez en Lima es, sin duda, un logro significativo en términos de infraestructura y capacidad. Sin embargo, su efectividad y utilidad dependerán de la capacidad para abordar las deficiencias críticas en seguridad, transporte e infraestructura que actualmente afectan al aeropuerto. El futuro está en las manos de aquellos que deben decidir si invierten en soluciones prácticas y efectivas o siguen aferrándose a una visión superficial del progreso en infraestructura.