En el 545 de la calle Santa Rosa en Surquillo, está La Capitana, un restaurante que alimenta
gente feliz a ritmo de salsa, con una decoración tan limpia y agradable que invita a quedarse
horas disfrutando de los deliciosos platos que sirven, y el buen ambiente que se crea en cada
servicio.
La dirección del restaurante está a cargo de Angie Márquez, acompañada de Paola Figueroa y
David Isandara. Este trio se encarga de que todo lo que llegue a la mesa esté perfecto. En el
equipo la mayoría son mujeres y se siente su energía, pues es una cocina inspirada en la sazón
de la abuela y la madre de Angie. Haciendo una analogía con la milicia, ellas serían las
generalas de la historia.
Angie ha trabajado por muchos años como chef ejecutivo de varios restaurantes del grupo
Osterling, y cuenta con la experiencia necesaria para hacer que este proyecto destaque gracias
a la creatividad y la innovación, sin dejar de lado esa tradición familiar que nos regala en cada
plato.
Muchas cevicherías se han instalado en Surquillo en los últimos años, pero estoy seguro que
cuando vayan a comer a La Capitana notarán la diferencia. El servicio es de alto nivel y calidad
insuperable. Las presentaciones son hermosas y nos sorprenden.
El caucau de mariscos es un festival de sabores tan bien engranados que cada bocado es una
fiesta; la hierbabuena lo envuelve todo y la papa se disuelve en la boca dejando una sensación
cremosa inolvidable. El ceviche y los tiraditos son la entrada perfecta, pero pregunten por la
gyozas, son tan sabrosas que pedirán otra ración.
El chaufa porteño y el lomo saltado son una excelente opción como segundo plato, pero traten
de ir con hambre para que no les pase como a mí que moría por pedir los platos que veía en
otras mesas y me quedé con ganas de probar el seco, así que ya tengo una excusa para volver.
Dejen un espacio para el postre y pidan dos. La crema volteada es un lujo y si me han leído
antes saben que tengo favoritas, pero esta es realmente especial; ha entrado al top tres de las
que más me gustan en Lima. Sin embargo, no pueden salir de La Capitana sin probar el suspiro
limeño, es una gloría que se consume a cucharaditas. Su textura acaricia el paladar y no es
empalagosa, tiene la cantidad de azúcar perfecta.
La Capitana es uno de esos sitios que huele a fiesta, a risas que se contagian y una experiencia
que estoy seguro les encantará. Es un lugar para ir a comer con amigos y con tiempo suficiente
para las chelas y la sobremesa.
Si llegan temprano les recomiendo ubicarse en las mesas del fondo para ver el local en su
máximo esplendor. Abre solo para el almuerzo y cierra temprano, pero si siguen la cuenta
@la_capitana_surquillo quizá logren pillar algún evento especial o una fiesta sorpresa, de esas
donde se baila salsa sabroso.
Angie me contó que este lugar fue creado pensando en la familia, en esos domingos de comer,
cantar y bailar. Yo me atrevo a decir que es el lugar más chalaco de Surquillo y que está
buenísimo. Ante esta Capitana yo me paro firme y obedezco.
Salsa de la Buena
Además de su sazón en la cocina, en Surquillo la salsa de La Capitana marca la diferencia.
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