Esta semana, en la Galería Del Infinito en la feria ArteBA de Buenos Aires, se presentó un proyecto póstumo sobre “La Máquina de Arcilla”, la escultura del artista peruano Emilio Rodríguez Larraín (1928 – 2015) que estaba ubicada en el balneario de Huanchaco en Trujillo y que fue destruida de manera clandestina el 31 de marzo de 2022.
El hijo de artista, Sebastián, viajó a Argentina porque busca generar un “succès de scandale” y poner sobre el tapete la destrucción de esta obra que fue erigida por su padre hace 35 años para la III Bienal de Arte de Trujillo en 1987.
“La Maquina de Arcilla” fue considerada una de las obras más significativas de las artes de la Tierra (Earth Works, Land Art…) en América Latina. Fue una obra donde el artista logro representar el trabajo comunitario que realizaban los antiguos peruanos. Un aspecto en cuál Emilio Rodríguez Larraín aboco gran parte de su trabajo.
Lamentablemente “La Maquina de quedó destruida por la dejadez de las autoridades de la zona y una responsabilidad que es compartida con los funcionarios del Ministerio de Cultura que, al igual de varios otras obras de arte, quedan en el olvido y caen en manos, en este caso de grupos con intereses inmobiliarios.
El artista visual, José Carlos Orrillo señala: “Lo que sucedió con La Máquina de Arcilla representa con precisión el ‘valor’ que tienen el arte y la cultura para políticos, empresarios y la sociedad peruana en general. Su destrucción impune es el símbolo exacto de una crisis cultural generalizada. El síntoma inequívoco de un país que se hunde cada vez más en la inercia y apatía, donde la identidad y la memoria se han desdibujado hasta el punto que la obra y el legado de nuestros grandes artistas no sólo se desconoce, sino que ha perdido ya todo sentido y trascendencia social”
“La Maquina de Arcilla” quedó destruida, pero a través de un “succès de scandale”, Sebastián hijo de artista, busca que la obra de su padre adquiera notoriedad y éxito precisamente por el uso de este escándalo. Esto permite que, en vez de desvalorizar la obra, el escándalo actúe como un catalizador que aumenta su visibilidad.
Sebastián nos señala que “esta estrategia ha sido utilizada en diversas disciplinas artísticas para destacar problemáticas sociales, culturales o políticas, convirtiendo la polémica en una herramienta para provocar cambios y despertar la conciencia pública. La Mona Lisa, por ejemplo, se convirtió en lo que es hoy tras su robo”.
En el caso de “La Máquina de Arcilla,” su destrucción “escandalosa” podría utilizarse de manera similar para sensibilizar al público sobre la importancia de preservar el patrimonio cultural. Sebastián agrega: “Al aprovechar la controversia, no solo se cataliza un cambio, sino que también se aumenta la visibilidad de la obra y del artista, beneficiándonos a todos al destacar su legado y su relevancia en el mundo del arte”.
No por nada esta galería argentina Del Infinito decidió presentar este proyecto póstumo en la feria de Buenos Aires porque acaban de ganar el premio a la mejor propuesta artística de ArtBA.