El “Palacio de las Artes de Miraflores”, inaugurado inicialmente como Centro Cultural de la Municipalidad de Miraflores en 1984, se encuentra en un trágico limbo de inacción y desaprovechamiento desde su concepción. La decisión de Luis Lama de renombrar esta institución como Sala Luis Miró Quesada Garland en 1994 fue un merecido homenaje a uno de los más grandes visionarios del arte y la arquitectura peruana. No obstante, los esfuerzos han sido lamentablemente insuficientes para honrar verdaderamente su legado.
Arquitectos Leopoldo y Stefano Scheelje.
En la gestión pasada, encabezada por el alcalde Luis Molina, se tomó la decisión, a primera vista audaz, de dedicar todo el primer piso a exhibiciones artísticas. Sin embargo, esta iniciativa se quedó corta, pues la falta de una visión adecuada para la adecuación del espacio ha generado críticas aceradas por parte de reconocidos arquitectos y artistas. Desde entonces se ha venido modificando el lugar con mala fortuna. Ya es tiempo de dedicarle recursos, gestión y planeación a nuestros espacios culturales.
Se ha escrito bastante al respecto. Nosotros quisiéramos resaltar dos aspectos a nuestro parecer importantes.
El primero es rescatar el nombre de Luis Miró Quesada Garland. Nos parece que debemos honrar a nuestros antecesores que tuvieron un papel importante en la historia de nuestro país. En este caso en nuestra cultura, más aun habiendo sido él el arquitecto del edificio.
Lo segundo es rescatar lo importante que es recorrer nuestras ciudades a pie para poder conocerlas. En este sentido el Centro de Miraflores tiene todos los atributos para ser un estupendo circuito, partiendo desde Larcomar recorriendo la avenida Larco y terminando en el Parque 7 de Junio. Desde este punto de vista el haber dedicado todo el primer piso del edificio municipal y abrirlo al público permite tener un recorrido de sur a norte y viceversa sustituto a la vereda. Es decir, el peatón puede ingresar por la puerta sur de la municipalidad, recorrer toda la muestra y salir por la puerta principal hacia el parque Kennedy o 7 de Junio como parte de su recorrido.
Esto implica por supuesto que el espacio del que se dispone se adecúe a las necesidades de un centro cultural.
Observemos ejemplos como el High Line de Nueva York, una obra maestra de reutilización de espacio urbano que Jane Jacobs hubiera aplaudido por su integración con la comunidad y su capacidad de revivir una zona olvidada de la ciudad. ¿Por qué no podemos aspirar a un renacimiento similar con la Sala Luis Miró Quesada Garland? Este recinto debería ser más que un pasillo olvidado, un verdadero eje cultural que inspire y provoque.
En Copenhague, Jan Gehl ha liderado transformaciones que han convertido calles antiguas en vibrantes zonas peatonales como la Strøget, una de las calles comerciales peatonales más largas de Europa, fomentando la interacción y el comercio local sin la interferencia del tráfico vehicular. En Melbourne, intervenciones como la revitalización de Federation Square han creado espacios públicos que funcionan como puntos de encuentro cultural y social, estimulando la vida urbana y la participación ciudadana. En Miraflores, tenemos el deber de replicar estos, y otros casos exitosos, convirtiendo el primer piso en un verdadero pulmón cultural que respire innovación y accesibilidad.
Identificaciones concretas para una transformación radical
1.-Circulaciones. El primer piso no fue concebido como sala de exposiciones sino como zonas de atención al público, Por eso tiene tres ingresos que en el plano original comunican con mostradores de atención. De los tres, el que plantea un problema es el ingreso frontal por la Av. Larco porque además de ser estrecho, conecta con la escalera y ascensor que comunica con el segundo piso. Durante nuestra visita ingresó un despachador con una caja muy grande que transportaba en un carrito, que además era atendido por personal de la municipalidad, lo que distraía e incomodaba el paso de los visitantes. Ante esto hay dos soluciones, o se parte la sala de exposiciones en dos o se elimina esta circulación. Si se elimina, se podría reemplazar este ingreso por el que existe por el Parque Raúl Porras Barrenechea; potenciando y adecuándolo.
2.- Integración. El local de la municipalidad tiene 4 frentes, calle Diez Canseco, Av. Larco, Parque 7 de Junio y Parque Raúl Porras Barrenechea. Debe por lo tanto integrarse a ellos según las diferentes funciones que se le asigne al primer piso de la municipalidad. Empezando, por ejemplo, con abrir los 5 ventanales clausurados actualmente que dan al Parque 7 de Junio.
Vista aérea de la Municipalidad de Miraflores.
3.- Idoneidad. Se debe dotar al espacio de exhibiciones de las características técnicas y constructivas adecuadas que permitan un recorrido sin distracciones, retirar las oficinas que todavía existen dentro del espacio destinado a exhibiciones, unificar los pisos, etc.
El ingreso por la Av. Larco además de ser estrecho, conecta con la escalera y ascensor que comunica con el segundo piso.
4.- Rediseño: Debemos rediseñar completamente los accesos al edificio. Eliminemos las barreras arquitectónicas absurdas que actualmente sirven más para confundir que para facilitar el flujo de visitantes. Es hora de adoptar un diseño más abierto, como se ha hecho con el proyecto Tate Modern en Londres, donde la fluidez del espacio invita a la exploración y al descubrimiento artístico.
Parte del primer piso fue concebido como zona de atención al público. No es posible que el tránsito desde y hacia las oficinas sea a través de las salas de exposiciones.
5.- Revitalización: Al igual que la revitalización del espacio público en la Plaza de la Cultura en Barcelona, debemos abrir los ventanales que han sido inexplicablemente clausurados y mirar hacia el Parque 7 de Junio. Esto no solo mejorará la estética y la funcionalidad del espacio, sino que también lo conectará orgánicamente con el entorno urbano.
Se podría añadir otro ingreso por el Parque Raúl Porras Barrenechea; potenciando y adecuándolo.
6.- Carácter: Es fundamental replantear el carácter del espacio destinado a exposiciones. Inspirándose en el Tate Modern, que transformó una estructura industrial en un espacio cultural que es hoy un icono mundial, debemos aspirar a ese nivel de excelencia en la presentación y conservación de nuestras exposiciones.
Se debe replantear completamente los accesos al edificio. Eliminemos las barreras absurdas que actualmente sirven más para confundir que para facilitar el flujo de visitantes.
Este es un llamado urgente a repensar, rediseñar y revitalizar la Sala Luis Miró Quesada Garland, no solo como un gesto superficial, sino como una reafirmación de nuestro compromiso con la cultura, la memoria y la comunidad. Confiemos en que las futuras iniciativas se hagan eco de esta urgencia, transformando este espacio en un bastión de la cultura que Miraflores merece y necesita.
Hay dos soluciones para el problema de los accesos, o se parten las salas de exposiciones en dos independientes o se elimina la circulación actual.
El arquitecto Leopoldo Scheelje tiene una prolongada experiencia en los sectores de diseño arquitectónico y construcción. Ha ocupado numerosas posiciones en el sector financiero. Ha sido presidente de CAPECO y en 2003 fue elegido presidente de la CONFIEP. Ha recibido 37 premios en Bienales y otras competencias públicas y privadas. Tiene concluido 368 proyectos relacionados con su profesión.
Stefano Scheelje es Gerente de proyectos del grupo ARCO y fundador de Scheelje Arquitectos, donde es subgerente general. Es además Gerente de Scheelje Design donde ha contratado a 8 artistas para realizar extraordinarios diseños esencialmente utilitarios. En la actualidad además de pintar es miembro del directorio de Scheelje Builds.