Los dibujantes de las Líneas de Nazca vivieron en Cahuachi. Los arqueólogos pasan el sombrero para develar más misterios

por Diana

El proyecto arqueológico Nazca ha lanzado una colecta nacional para continuar con la excavación en el centro ceremonial Cahuachi. Necesita US$ 200 mil dólares para iniciar la campaña 2023/2024. El área de estudio identificado es el Montículo 1. La historia discurre a la velocidad del vértigo de labios del director del proyecto, Giuseppe Orefici.

“Lo que he visto bajo mis pies”, pisa el suelo de tierra Orefici. El arqueólogo italiano está en la plazoleta de la huaca mayor de Cahuachi en Nazca. Son las 9 a.m. y el sol pega sin contemplaciones, aunque una brisa refrescante sopla desde el sur. Orefici se protege del sol con un sombrero. Este año se cumplen 41 años desde el inicio del proyecto arqueológico.

Y recién empiezan.

“Cahuachi es enorme con  pirámides, templos grandes recintos ceremoniales a lo largo de 24 km2”, describe. “Nosotros apenas hemos excavado y puesto en valor el 3% del área”. Orefici recorre en yacimiento arqueológico con calma. Extiende el brazo y señala un extremo del complejo en el que nos hallamos.

“Los muros de aquella plazoleta eran negros y blancos”, describe. Asoma por encima del complejo una loma grande entrecruzada por plataformas y muros milenarios.

“La Gran Pirámide estaba pintada de color rojo vivo”, apunta.

Desde la cresta de la huaca mayor se vislumbra la pampa de Nazca, el enorme pizarrón cósmico de estás gentes.

Ahora está claro que Cahuachi fue un influyente centro religioso  cuya vigencia se prolongó por espacio de más de 800 años –desde el año 400 a.C hasta el 450 d.C.

Turistas recorren el centro ceremonial de Cahuachi. Elk templo mayor domina la escena.

ORCA MARINA Y OTRAS DIVINIDADES

La cosmovisión de sus habitantes era relacionada al mundo natural y a sus manifestaciones y era colosal.

“La orca marina era la máxima divinidad relacionada al mar”, sostiene el arqueólogo italiano. El cetáceo está representado en los ceramios y en los telares y en la propia pampa de Nazca a pesar que Cahuachi está enclaustrada en un mar de arena y piedra.

VIDEO: CAHUACHI RECUPERANDO NUESTRA IDENTIDAD

En el límite oeste de este árido y gigantesco desierto, a una centena de kilómetros la plataforma continental se precipita a un mar prodigioso y reino de esta fenomenal criatura.

El felino y la serpiente y el picaflor y la araña  eran otras  manifestaciones divinas de esta singular civilización del desierto.

Una casta sacerdotal conducía el destino del centro ceremonial rodeada de ceramistas y tejedores, agricultores y músicos.  Y pulso firme con el cual cortaban la yugular de sus víctimas. 

Cabezas trofeo en el Museo Arqueológico Antonini. Dos de las sacrificadas eran mujeres.

SACERDOTES, MÚSICA Y PEREGRINOS

“Cahuachi era el epicentro de grandes encuentros colectivos entre pueblos distintos provenientes de muy lejos para fortalecer sus vínculos no solo religiosos, también políticos y sociales”, aventura Orefici.

Los peregrinos fueron quienes trazaron los afamados geoglifos y las enigmáticas líneas sobre las líneas de Nazca que sólo se pueden apreciar desde las alturas, muchas de las cuales se proyectan hacia templos de Cahuachi.

El arqueólogo señala una estructura a lo lejos que se alza sobre el escueto valle que corre al margen del yacimiento arqueológico y lo separa  de la pampa ceremonial.

En el Gran Templo excavamos un recinto grande con 30 centímetros de alto de antaras de cerámica todas rotas en un ritual religioso”, narra el arqueólogo italiano.

La ruptura de los cerámicos era parte de la liturgia de los antiguos Nazca. Por sus características los científicos han identificado el origen de estos instrumentos de música “sacrificados” de Huancayo, Ayacucho y hasta Huánuco.

El arqueólogo italiano Giuseppe Orefici excavando en Cahuachi.

40 AÑOS DE INVESTIGACIONES

La etno-musicóloga  Ana Gruszczinska estudió el sonido de las antaras. “La embocadura de la antara es muy liviana y emite una música muy rápida”, describe Orefici.

“Estos descubrimiento solo son posibles tras 40 años de trabajos científicos”, subraya.

La misión arqueológica ha develado en el curso de casi media centuria vastos cementerios y ofrendas ceremoniales magníficas, aterradoras y singulares.

El viejo italiano con cara de adolescente señala hacia un recodo de adobe a unos 200 metros de distancia en la falda de la huaca mayor.

“Ahí encontramos un altar ceremonial donde recolectaban la sangre de los animales o las personas sacrificadas, con un canal al centro”, detalla.

El altar ceremonial fue nuevamente sepultado luego de su estudio a fin de preservarlo de las inclemencias del tiempo y las miradas indiscretas.

Las quenas o antaras de cerámica eran utilizadas en el ritual religioso. La Dra. Gruszczinska estudió el sonido que emiten.

NIÑA SACERDOTISA

La tumba de una niña hallada en un pequeño templete echó nuevas luces sobre la desaparecida civilización y sus arcanos rituales.

La criatura de unos 10 años de edad estaba sepultada de cuclillas y envuelta en un manto. Llevaba una nariguera de oro, brazaletes de piedras llegados de tan lejos como Chile y Brasil, lápizlásuli y ojo de tigre.

La niña sacerdotisa, como la llama Giuseppe Orefici, abrió un expediente sobre la importancia de los niños y las mujeres dentro del grupo sacerdotal.

CABEZAS OFRENDA

Sepultados bajo el piso en muchos recintos funerarios también se excavaron cabezas trofeo de hombres, mujeres, niños y niñas sacrificados.

Algunas pocas se exhiben en el Museo Arqueológico Antonini en Nazca. Tienen el cráneo deformado en vida, el rostro sereno, los labios cocidos, la cara cubierta de la piel hecha cuero y un orificio en la frente como producto de un balazo de una arma de fuego de gran potencia, por el cual se introdujo una cuerda tosca que hace las veces de asa.

La antropóloga física Dagmara Socha detectó la presencia ayahuasca en el pelo humano en las cabezas trofeo.

Orefici  prefiere llamarlas cabezas-ofrenda porque según sus estudios los sacrificados voluntariamente habrían ofrecido su vida a la orca asesina, a la divinidad felínica y demás deidades.

MANTOS CEREMONIALES

En 1998 otro hallazgo arqueológico penetró en la intimidad sagrada de la casta sacerdotal y acaso el episodio de clausura y apertura de un nuevo ciclo histórico. 

Era un recinto con 200 telares de algodón, primorosamente envueltos cada uno dentro de grandes ceramios lo que permitió su estupenda conservación a través de los milenios y otros trajes ceremoniales sepultados como si fueran unos difuntos.

Los especialistas en textiles se quedaron de una sola pieza.

Estos mantos milenarios han dado la vuelta al mundo en múltiples exhibiciones internacionales en Europa y Asia.

Los dibujos en los mantos ceremoniales dan cuenta de las leyendas vigentes en tiempos aurorales: una  multitud de aves lanzándose del espacio sideral pescando camarones, mientras que otros mantos son hermosos por su simple pureza cromática. El hombre era importante poniéndose el traje ceremonial.

“Tenían una visión cosmocéntrica: el hombre era una pequeña parte de todo el universo”, dice Orefici.

El centro ceremonial es enorme: ocupa 24 Km2.

LOS ÚLTIMOS AÑOS

El universo Cahuachi era entonces muy diferente al presente. Había mucha agua, dos puquiales que hacían parte de la notable red de acueductos. La producción agraria era holgada al punto que la panca del maíz sobrante fue utilizada como material de construccion en los templos.

Hasta que cayó la quincha, literalmente. Dos aluviones gigantescos sepultaron Cahuachi en un lapso de muy pocos años de diferencia.

Un terrible terremoto niveló Cahuachi poco después.

Hacia el 550 d.C. el dominio de la cultura Huari asentada en Ayacucho disruptió por completo la cultura Nazca, sus relaciones de poder, la organización social y el propio arte.

“La catástrofe producido por los mega Niños y el terremoto erodó el prestigio sacerdotal, responsabilizada de haber perdido relación con las divinidades”, explica Orefici.

Las tumbas dan cuenta de esta última y penosa etapa en la historia de Cahuachi.

Una tumba tardía correspondiente a ese periodo contenía decenas de hombres y mujeres sepultados con el ajuar funerario propio de los Nazca, pero con las manos y los pies cercenados, Estas sepulturas ofrendas se hallaron en el área más extrema de Cahuachi, donde se pueden apreciar asentamientos de la Epoca Wari, en el Horizonte Medio.

“Lo que he visto bajo mis pies”, cavila Orefici mientras desanda sus pasos sobre la tierra milenaria.

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