Son las enfermedades más crueles de nuestro tiempo. Se caracterizan por su lenta destrucción y su insoportable dolor.
Como simbolizando la malignidad que representan, se han venido utilizando, con fines políticos, para resumir las opciones de la llamada segunda vuelta en las elecciones de nuestra región. De hecho, en el Perú, que fue donde se empezó a utilizar la expresión, se ha aplicado en nuestros últimos procesos electorales. Existen entre el cáncer y el sida la relación entre lo malo y lo peor, y viceversa.
La expresión por cierto se ha extendido fuera de nuestras fronteras y ahora se está aplicando en la segunda vuelta de las elecciones que se desarrollan en Argentina.
Actualmente, los candidatos que disputan el balotaje argentino (o segunda vuelta), representativos del cáncer y el sida, son el actual ministro de Economía del gobierno peronista, Sergio Massa, y el excéntrico anarco libertario, Javier Milei.
Sergio Massa, político de vieja data y no menos astucia, ha tenido durante la campaña una sagacidad incuestionable: se ha desligado de su condición de ministro de Economía para centrarse en su calidad de candidato a la presidencia de la República. Las pruebas lo acreditan: como actual conductor de la economía argentina, Sergio Massa tiene varios records: una inflación de alrededor del 140% anual, una de las más altas del mundo, con tendencia a convertirse en una hiperinflación inmanejable, y una devaluación que ha hecho que el dólar paralelo valga cinco veces el tipo de cambio oficial. Argentina hoy en día tiene el 40% de su población en la pobreza y el 10% en la indigencia. Un verdadero desastre.
La habilidad de este político, aunada a las influencias del poderoso gobierno peronista, han hecho que Sergio Massa ganara la primera vuelta electoral con el 37% de los votos.
Javier Milei es el otro candidato, quien llegó segundo con el 30% de la votación. Mucho se ha comentado y escrito sobre este peculiar personaje, que se ha convertido en un fenómeno en el mundo. De ser un absoluto desconocido, en muy poco tiempo, es posible que sea presidente de Argentina.
La característica central de Milei es que es un anarquista, antes que un ultraliberal. Su filosofía puede resumirse así: no debiera existir Estado, solamente individuos responsables cada uno de su propio destino. Es un ferviente devoto de la libertad y censor declarado de lo estatal. Javier Milei tuvo una habilidad indiscutible: supo escoger a su enemigo. Lo denominó “la casta política”, todos quienes forman parte de la clase que ha puesto a Argentina en la calamitosa situación en la que está. Pero, además, Milei ha presentado un ambicioso programa que supone reducir drásticamente el Estado, hacer que “la casta política” asuma los costos del ajuste que ineludiblemente habrá que ejecutar y convertir a Argentina en un país desarrollado al cabo de un proyecto a desarrollarse por etapas, durante los próximos treinta y cinco años.
Argentina se enfrenta entonces a elegir entre el deterioro permanente y una candorosa irrealidad de efectos impredecibles.
*Abogado y fundador del original Foro Democrático