COLUMNA En Corto – Fernando de la Flor Arbulú

por general

                El argentino Milei podría peruanizarse

Argentina está pasando actualmente por uno de sus momentos más sorprendentes. Tiene forma y fondo. Empecemos por la forma: un señor –se llama Javier Milei- que tiene mucho pelo despeinado, habla gritando y despliega una personalidad apabullante, sin partido político ni equipo consolidado, que se enorgullece de estar acompañado de su hermana y de cinco perros con nombres de economistas, acaba de ganar ampliamente las elecciones primarias de los argentinos. Ha arrasado a todos, incluyendo al poderoso partido peronista, actualmente en el gobierno. 

Ahora, vayamos al fondo. Javier Milei se ha declarado libertario, casi un anarquista. En el medio de sus altisonantes discursos, todos bien versados y sustanciosos, se ha convertido en enemigo acérrimo de lo que denomina “la casta política”, o sea todos aquellos que medran de la actividad pública, sea en el gobierno o en la oposición. El mensaje de Milei, utilizando ejemplos persuasivos y comprensibles, puede resumirse así: Argentina, al iniciarse el siglo XX, era una potencia mundial –lo cual es verdad- y hoy en día está ahogada en una de sus mayores crisis: inflación por encima del cien por ciento, galopante devaluación y el desprecio de sus ciudadanos por el peso, su moneda local, y sus dirigentes. Milei reniega del Estado y reivindica al mercado para todo fin. Su lema de batalla es la libertad.

No obstante sus creencias extremistas (libre tenencia de armas, libertad para la venta de órganos), su frontal enfrentamiento con la clase política y su compromiso de convertir a la Argentina, otra vez, en una potencia mundial, han logrado aglutinar a la mayoría ciudadana detrás de su liderazgo.

Es verdad que hay todavía un camino electoral por recorrer para que Milei llegue a la presidencia de la República, el principal de los cuales es ganar las elecciones (en primera o segunda vuelta), pero no es insensato considerar que tiene una alta probabilidad de lograrlo y, por consiguiente, de examinar, desde ya, cómo gobernará.

La principal pregunta es, efectivamente, cómo y con quiénes va a gobernar Milei si es que está asqueado de la clase política y ha denigrado a todos quienes se dedican a ella; cómo es que configurará sus fuerzas en el próximo Congreso (en el que improbablemente obtendrá mayoría absoluta), de manera de hacer viables sus propuestas.

Y es que las cartas de Javier Milei, todas, están abiertas. Se conocen. Ha dicho que la inflación se resuelve desapareciendo al Banco Central de Reserva, creador de los grandes desequilibrios económicos, y eliminando el peso argentino para dolarizar la economía.

Sin jugar a la futurología, a Milei le quedarían tres opciones para gobernar:

  • Iniciar en la Argentina el proceso que ejecutó Alberto Fujimori en el Perú en la década del 90, es decir, un gobierno autoritario con apariencia de legalidad; o
  • Prepararse para que en la Argentina no ocurra lo que le sucedió a Pedro Castillo en el Perú, o sea, intentar un golpe de Estado que lo lleve a la cárcel; o
  • Hacer política.

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