Nuestra sociedad es de las pocas que han identificado la corrupción política en presidentes y grandes empresarios. Implementó un modelo económico que redujo la pobreza en 50%. Es poseedora de una cultura milenaria e ingentes recursos en minería, pesca, agro y turismo capaces de convertirnos en el país líder del Pacífico Sur. Un ser con fortalezas similares pero agobiado por resentimientos y baja autoestima como es nuestra sociedad, deberá curar su salud mental en una reinterpretación educativa de su ser para el logro del éxito y la armonía. Comprender su historia, fortalecer sus valores será condición para ello. Es necesario innovar, primero, la educación básica pública en términos de calidad docente y modelo de gestión y, paralelamente, la educación informal mediática que evite estimular la agresión y la frustración.
Jorge Basadre urgía en 1960 a educar no solo niños y adolescentes, sino a la opinión pública y sus clases dirigentes a fin de comprender la problemática educativa en el largo plazo. Una década después de esas expresiones, el Velascato inició una reforma educativa como parte del cambio ideológico cultural hacia el nacionalismo y el socialismo antioligárquico. Dos décadas después, en un estado en quiebra por la hiperinflación y el terrorismo, y con un cuerpo docente resentido por sus problemas económicos, Fujimori transforma la política educativa promoviendo la inversión privada. La ideología predominante hasta ahora, la calificó de reforma “neoliberal”. Cambió la educación privada pero la pública continua hasta ahora en un modelo de gestión educativa donde 6 millones de niños adolescentes, de los 9 millones en la educación básica, reciben una pésima educación.
César Guadalupe señala que los asuntos públicos, como el derecho a la educación, no son necesariamente sinónimo de asuntos estatales. De lo que se trata es diseñar políticas públicas que garanticen ese derecho público con eficiencia y logro de resultados. El principal resultado es el logro del aprendizaje y, hoy, ante la crisis social, el otro gran resultado tiene que ver con desterrar la corrupción y afianzar el repliegue del racismo. El artífice es el docente. Sin un docente de mediana calidad, poseer una infraestructura educativa de primer mundo, una fantasía en el Perú, no sirve de nada.
La solución innovativa es dejar progresivamente el subsidio a la oferta, por el cual el Estado paga docentes, construye colegios, los gestiona y ofrece la educación gratuita; para ir al subsidio a la demanda. En el subsidio a la demanda el Estado le dará el dinero al padre para pagar el colegio privado que elija. Estos colegios deben mantener el costo que un estudiante de colegio público significa para el Estado (aproximadamente 100 dólares mensuales) y ser seleccionados por una acreditación de su calidad basada en las evaluaciones del aprendizaje e interiorización de valores de sus alumnos. Similar al modelo de Beca 18 que demostró éxito en las universidades, pero hoy afectado por regulaciones discriminatorias contra la inversión privada. Nuestra educación alega por ello para construir el Perú que queremos. La educación informal merece otro espacio de análisis que esperamos poder desarrollar prontamente.
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*Presidente fundador de la Universidad Científica del Sur y del Instituto de Educación Superior SISE. Autor del libro Alegatos de la educación peruana (2023).