El “huaico” de confesiones y pruebas que aportó alias “El Español”, acogido a la colaboración eficaz, terminó arrastrando al Comandante General de la Policía Nacional Raúl Alfaro. Sin embargo, el poder que adquirió este singular personaje —cuyo verdadero nombre es Jorge Ernesto Hernández Fernández y más que espía parece un reguetonero subido de peso— muestra nítidamente que Pedro Castillo Terrones tenía un ministro del Interior de facto, que fungía de su operador para usar a la Policía en la estructura criminal instalada en Palacio de Gobierno desde julio del 2021. También demuestra que, los últimos jefes policiales Raúl Alfaro Alvarado y Luis Vera Llerena no estuvieron a la altura de sus responsabilidades. Se sometieron a este sujeto porque sabían que hablaba por Castillo. Se doblegaron ante un poder político oscuro y delincuencial, dañando profundamente la moral de su institución.

No solo los jefes policiales aceptaron hacer cosas ilegales, también los últimos ministros del Interior. Por ejemplo, Dimitri Senmache, el general Vera Llerena y alias “El Español” decidieron reasignar a 20 generales en junio del año pasado. Muchos cambios obedecían a la necesidad de blindar a Castillo y a su banda. En agosto del 2022, el ministro Willy Huerta, intempestivamente nombró a Raúl Alfaro como comandante General de la Policía porque “El Español” convenció a Castillo que era más leal que Vera Llerena.
“Pedro Castillo tenía un ministro del Interior de facto, que fungía de su operador para usar a la Policía en la estructura criminal liderada por él”.
Incluso, se ha encontrado en el carro de Henry Shimabukuru un cuaderno con anotaciones de puño y letra donde a manera de preguntas se traza un plan para crear la PMP (Policía Militarizada del Pueblo), a la usanza de las milicias chavistas que dieron entrenamiento militar a sus efectivos y convirtieron en policías a los conscriptos del servicio militar. El aporte local iba a ser armar a los ronderos para cuidar al “Gobierno del Pueblo”.
Que alias “El Español” haya llegado a convertirse en el operador clandestino, informal e ilegal para asuntos de seguridad del presidente Castillo muestra, también, el escaso conocimiento de asuntos de Estado de este último, su profunda orfandad política, su ineptitud para las cosas básicas de gobierno, su falta de escrúpulos. Pero, hay que decirlo de una vez, la supina ineptitud de Castillo para todo, sería consecuencia de una capacidad cognitiva dañada irreversiblemente por una severa desnutrición infantil. Hay una evaluación de la DINI al respecto. Aunque su mayor desnutrición sea la moral.
“Los detalles de esta trama de corrupción, intrigas, operaciones clandestinas, sobornos y traiciones parecen el guion de una serie de Netflix mal hecha”.
Los detalles de esta trama de corrupción, intrigas, operaciones clandestinas, sobornos y traiciones parecen el guion de una serie mal hecha de Netflix. No causaría interés entre los peruanos, si no fuera porque el líder de esta organización criminal de pacotilla es el profesor rural que llegó a la presidencia con los votos de los peruanos que vieron en él la posibilidad de una reivindicación histórica. Pero que, en solo 497 días en el gobierno, vieron cómo las esperanzas se derrumbaron. Sumió al país en una convulsión social que ha costado más de 60 muertos y daños irreparables.
“Cali Barba” y “El Mossad”

Carlos Daniel Barba Daza es un oficial de la Marina en retiro que toda su carrera militar trabajó en inteligencia. Es psicólogo, experto poligrafista, entrenado para detectar potenciales peligros en las personas. En el 2008 pidió su baja a su institución porque fue involucrado en una supuesta filtración de información en la Dirección de Inteligencia, que originalmente él investigaba. Su nombre también trascendió a los medios porque era asesor externo de la empresa Business Track, involucrada en el escándalo de espionaje telefónico empresarial. En este caso “Cali Barba”, como lo conocen en la comunidad de inteligencia, solo fue testigo. No estuvo ni imputado ni procesado. Pero todavía carga con ese estigma en la frente.
Aproximadamente a mediados de junio del 2022, Barba se contacta por primera vez con alias “El Español” a través de su amigo, el abogado Carlos Paredes Castro, quien le dijo que el extranjero necesitaba asesoría para comprar equipos de contrainteligencia. Paredes Castro lo conocía por otro español, un empresario nacido en Alicante, Sergio Castellanos Martínez, al que asesoraba en temas legales en la empresa Compañía Agrícola Lima SAC, acusada de traficar terrenos en Lima Norte. El abogado no le decía “El Español” a Jorge Hernández Fernández, lo conocía como “Mossad”, en alusión al servicio de inteligencia israelí, porque era el soporte de seguridad para los desalojos o “defensa posesoria” de la empresa cuyo representante legal era Castellanos. Cuando Barba conversó por primera vez con él le dio la impresión de hablar con un neófito en asuntos de inteligencia, parecía más bien un lobista con contactos con el poder político de turno porque se ufanaba de tener llegada directa al presidente Castillo y ascendencia con los jefes de la Policía. Barba dice que le entró la curiosidad de hombre de inteligencia, de saber hasta dónde era cierto su supuesto poder, y qué había detrás de este sujeto que decía ser español pero que hablaba con acento centroamericano. En la inteligencia militar siempre se sospecha del G2 cubano, el servicio de inteligencia castrista que se infiltra en países de la región. Barba pensó que alias “El Español” podría ser uno de ellos. Siguió avanzando hasta que “Jorge”, como le decía él, le propuso una reunión directa con el presidente para hablar sobre un grupo de contrainteligencia paralela al servicio de la organización criminal liderada por él.
El “agente especial” escogió los apellidos Medina —en honor al grumete Alberto Medina, el último tripulante del Huáscar— y Silva, porque quería hacerlo “silvar” como un pájaro a alias “El Español”.
Los programas dominicales de la televisión han reconstruido con videos de seguridad y del archivo periodístico el pomposo operativo que armaron alias “El Español” y Henry Shimabukuru para que Cali Barba se reúna con Pedro Castillo. Fue la mañana del martes 13 de septiembre del 2022, al interior del auto de Shimabukuru, cuando el entonces presidente salía de una actividad oficial en San Bartolo. La única condición que Barba le puso a “Jorge” es que nadie escuchase la reunión, quería saber qué tan vulnerable era la seguridad del presidente. Se cumplió con su pedido y lo tuvo a solas en el asiento posterior del auto. Lo primero que le dijo a Castillo fue “usted es un hombre muerto”. Recuerda que este lo miró desorbitado sin entender. El marino le explicó que su seguridad personal era muy vulnerable, que a él nadie lo había revisado antes de la reunión, que podía llevar una pistola o un puñal, o tener las manos envenenadas. Castillo aceptó la crítica y le pidió que lo ayudara en eso. Pero su interés mayor era proponerle que Carlos Barba fuese el nuevo jefe de la DINI. Este le respondió que no podía aceptar el cargo porque la prensa iba a recordar el caso Business Track para desacreditarlo. Que eso no le convenía a él. Castillo entendió sus razones pero le pidió que le ayudase al “amigo”, o sea alias “El Español”, a armar este grupo de contrainteligencia paralelo. Se despidieron con un apretón de manos. Ese día no llevó ningún equipo de grabación de audio o video porque pensaba que, como suele ocurrir con la seguridad de cualquier presidente en el mundo, iba a ser revisado minuciosamente antes del encuentro. Se propuso lograr una segunda reunión para registrarla con sofisticados equipos de audio y video.

La infiltración del “Agente Especial”
Los chats y llamadas seguían con “Jorge” hasta que Cali Barba, una noche de la primera semana de octubre del 2022, vio en el programa Combutters de Willax Televisión, que el conductor Philip Butters, en enlace desde Estados Unidos, denunciaba un supuesto plan para atentar contra la vida de la Fiscal de la Nación, un familiar de la fiscal Marita Barreto, el coronel Harvey Colchado, Rafael López Aliaga y contra el mismo Butters. Según Butters el sujeto que estaba armando este cadena de atentados por encargo del más alto nivel del poder político era conocido como “El Español”. Después se mostró la fotografía de Sergio Castellanos atribuyéndole esa condición. Barba no se aguantó y llamó a un amigo de la inteligencia naval, también en retiro, que sabía era amigo de Butters, para decirle que el verdadero español no era Castellanos, sino alguien que él conocía con el nombre de “Jorge”. Su amigo llevó el mensaje a Butters y este insistió en conocer a Barba. Se encontraron en la oficina del conductor en Miraflores y, finalmente, Butters contacta al marino con el coronel Harvey Colchado. El equipo especial de la fiscalía que dirige Marita Barreto le propone a Cali Barba convertirse en un “agente especial” bajo el nombre de José Alberto Medina Silva. El marino dice que él escogió los apellidos Medina —en honor al grumete Alberto Medina, que según la página oficial de la Armada Peruana fue el último tripulante del Huáscar— y Silva, porque quería hacerlo “silvar” como un pájaro a alias “El Español”. Los nombres de José Alberto se determinaron porque en la base de datos de Reniec no existía ningún ciudadano con el nombre completo de José Alberto Medina Silva.
Si Castillo no daba su golpe de Estado, quizá hubiera sido vacado a las pocas semanas con la evidencia incontrastable que iba a obtener el Agente Especial.
A partir de ese momento, todo contacto del “agente especial” con “Jorge” era registrado por los policías liderados por Colchado. El famoso viaje a Panamá que Barba hizo con el congresista fujimorista Luis Cordero Jon Tay en busca de equipos de espionaje electrónico, fue financiado con fondos del equipo especial. La meta del agente Barba era lograr un nuevo encuentro personal con Castillo, lo planearon con alias “El Español” para el lunes 5 de diciembre del año pasado. El presidente canceló a última hora el encuentro para el día siguiente. Pero el martes 6 Pedro Castillo no le respondió un solo mensaje ni llamada al supuesto Jorge Hernández Fernández. Al día siguiente, el miércoles 7, dio su autogolpe de Estado a las 11 de la mañana. En la noche durmió en la Diroes, detenido en flagrancia por romper el orden constitucional. Si Castillo no daba su golpe de Estado, quizá hubiera sido vacado a las pocas semanas con la evidencia incontrastable que iba a obtener el Agente Especial. La prueba irrefutable de la corrupción que tanto exigían sus defensores. No hizo falta. Castillo se vacó solo.
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*Autor de El otro Vladi. Biografía no autorizada del portero más famoso de la Nación.