La declaratoria de “El Ojo que Llora” como Patrimonio Cultural de la Nación sigue causando reacciones en la oposición del Congreso. El memorial no solo fue llamado “monumento al terrorismo” por Norma Yarrow (Avanza País) —quien, además ya presentó una moción para que la ministra de Cultura, Gisela Ortiz, explique al Parlamento los fundamentos de la declaración—, sino que lo incluso fue calificado como una “afrenta a las familias víctimas del terrorismo” por la fujimorista Martha Moyano.
CARETAS conversó con la excongresista Rocío Silva Santisteban, quien además se desempeñó como secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos entre el 2011 y el 2015.
Para Silva Santisteban, los calificativos que recibió el memorial “solo demuestran la ignorancia de los padres de la patria respecto a las políticas de memoria del Perú”. La exparlamentaria explica que el monumento de autoría de la artista Lika Mutal, se hizo para “rendir homenaje a las víctimas de los años de la violencia en el Perú”, recordando que en el mismo se encuentran los nombres de todas las víctimas que fueron asesinadas por Sendero Luminoso, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y la Marina de Guerra del Perú, el Ejército y los Sinchis.
“Hay un grupo de peruanos que quieren negar las violaciones de derechos humanos, pero en nuestro país, en el Estadio de Huanta en 1980 se torturó a la gente, se la colgó de los pies, se la hundió en cilindros llenos de agua. Eso es tortura y lo hizo la Marina y eso no vamos a poder olvidarlo, como tampoco vamos a olvidar las bombas que pusieron los senderistas en Lima, Piura, Tacna y Ayacucho”, señaló.
La también escritora y docente consideró como una “imbecilidad” calificar a “El Ojo que Llora” como un “monumento al terrorismo” y consideró que la titular del Mincul debería acudir al Parlamento para “dar una lección de memoria histórica” y recordó que Ortiz es hermana de Luis Enrique Ortiz Perea, una de las víctimas de la masacre de La Cantuta.
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Recordó también a Raida Cóndor, cuyo hijo Armando Amaro fue víctima del Grupo Colina y sus restos no pudieron ser encontrados. Por ello, los primeros de noviembre acude al memorial a dejar flores en memoria de su hijo.
Silva Santisteban consideró que tanto la Marina, como el Ejército y los Sinchis deberían pedir perdón por las torturas y las violaciones sexuales contra mujeres que cometieron en las décadas de los 80 y 90.
“Eso no significa que yo no reconozca que el control que se hizo de Sendero Luminoso, obviamente estuvo en manos de gente que siendo del Ejército tuvo otra mirada”, aclaró.
Señaló además que quienes “tratan de negar la realidad del pasado” deberían ir al Lugar de la Memoria y recordó su labor recogiendo testimonios de víctimas del periodo de violencia que vivió el país.
“Los militares no quieren reconocer porque dicen que ‘son costos de la guerra’, pero eso no es así. Las personas confiaban en sus policías, en el Ejército. Iban donde ellos y ellos no respondieron como debían y eso se produce por un gran desprecio de la gente de la costa hacia la gente de la sierra”, sostuvo.
Concluyó que los peruanos deberíamos aprender del trabajo de memoria realizado en Alemania, los Balcanes o Ruanda. “Para que haya una reconciliación de todos los peruanos, tiene que haber un reconocimiento de lo que se hizo mal y tiene que haber un pedido de perdón”.