¿Es Vladimir Cerrón un líder populista de izquierda o está preparando una salida para cuando tenga que separarse de Castillo? Cerrón consiguió ser gobierno con Pedro Castillo, aunque solo buscaba no perder la inscripción de su partido en las elecciones del año 2021. Desde entonces, ha tenido que desarrollar un instinto básico en medio del descalabro político que ha supuesto este gobierno, que se extiende a toda la izquierda, con el que intenta hacerse un lugar en el escenario de poder. ¿Pero, qué está logrando?
“Yo diría que, parte del talento político de gente como Vladimir Cerrón o Guido Bellido es el hecho de que se hayan aprovechado de los temores que generan y del conservadurismo de la sociedad peruana”. Esta es una de las primeras líneas de pensamiento que apuntala Eduardo Ballón, antropólogo y ex secretario de la Asamblea de Gobiernos Regionales entre 2012 y 2015, quien observa, para comenzar, que el principal enemigo que tuvo en campaña la izquierda, por ejemplo, Verónika Mendoza, fue Pedro Castillo y Perú Libre que denunciaban “ese carácter caviar que hacía énfasis en derechos y no en desigualdades. En ese sentido, Cerrón no tenía ningún problema en empatar con López Aliaga o el fujimorismo”, dice para seguir en un análisis donde alinea las fortalezas de Cerrón para dejar en claro que no se debe menospreciar al rival, adversario, enemigo político o como se le quiera llamar, porque “más allá de las enormes diferencias y las críticas que se le pueden hacer, es un jugador político y está jugando con las reglas de la política de este país”. Si es que podemos afirmar que hay reglas.
—¿Conoce Cerrón mucho el Perú?
Sí. Lo conoce bien.
—¿Eso lo hace peligroso?
Es lo hace más efectivo para sus intereses.
—¿Y sus intereses son peligrosos?
Bueno, sus intereses están en este momento afectando la democracia, que más allá de haber perdido el poco contenido que tuvo en la historia reciente, nos ha permitido llegar hasta donde estamos. Me queda, más o menos claro, que tenemos que buscar la manera de recuperarla y de construirla.
Para Ballón, Pedro Castillo era el instrumento perfecto para Cerrón, porque “Castillo no es ideológico, Castillo fue un dirigente sindical, ni siquiera nacional o regional… No iba a ser competencia porque no tiene capacidad para armar un partido y porque, digamos, esta agrupación de maestros no da para eso”. Sin embargo, Ballón también critica al presidente de Perú Libre, cuando dice que “expresa lo que pudo ser un partido marxista de los años 60, con el agravante de que su mirada del marxismo es de manual. Cerrón tiene una serie de ideas fijas como que el enemigo grande es el neoliberalismo, siguiendo la misma lógica de la derecha más extrema que también ha quedado colgada en una derecha de manual de los años 60”.
Lo cierto es que mientras Cerrón repite el discurso de la por ahora improbable Asamblea Constituyente, en la práctica ha conseguido manejar ciertos espacios como el Ministerio de Energía y Minas o el sector Salud con gente del partido que ha entrado en el aparato del Estado. “Una cantidad importante, aunque no sé si tan importante como la cantidad de apristas que entraron en el segundo gobierno de Alan García”, dice Ballón, quien afirma, a partir de eso, que “este gobierno actúa como la clase política tradicional, que entiende el Estado como su patrimonio y a sus militantes como sus clientes. Esto ha sido así desde que yo tengo uso de razón, lo que ocurre es que ahora es más grosero y con una menor capacidad”.

—Pero, ¿acaso la poca capacidad no es inofensiva?
Por supuesto, la sensación de desgobierno es muy grande y la posibilidad de que todo se escape de las manos, es enorme. Hay dos extremos, la derecha más dura —y esperemos que con cierta inteligencia— que se mantiene con la idea de la vacancia, la destitución constitucional, o finalmente el golpe. Y están los otros con más cintura, más modernos (sic) y con intereses en los territorios —AP y APP— que van negociando un pedazo, consiguiendo algunos ministros y sintiendo que próximamente pueden tener el nuevo Gabinete que ha adelantado el sorprendente asesor presidencial Daniel Salaverry.
—¿Cuánto puede durar este gobierno?
Unos meses, todo dependerá de la habilidad de los enanos que están en el tablero, porque lo que tenemos es gran cantidad de enanos políticos y ni los unos pueden cerrar el Congreso, ni los otros pueden sacar al presidente de Palacio.
—Estamos hablando de un hipotético fin de Castillo, ¿cómo quedaría en ese caso Cerrón?
Él tiene unas ventajas sobre Pedro Castillo. Tiene un pequeño aparato partidario y va a tener la posibilidad de armar un discurso, señalando a Castillo de traidor, como responsable de su caída y de no lograr la gran transformación. Sobre esa base, eventualmente, armará su propia narrativa. No hay que olvidar que Cerrón crea Perú Libertario en 2007 (aunque, con mayor precisión, antes fundó el Frente Patriota Peruano), que se convierte en presuntamente nacional en 2012 y finalmente adquiere la denominación que tiene ahora, Perú Libre, en 2019. En el año 2010 gana el Gobierno Regional de Junín y luego, en 2018, suma cinco provincias y 29 distritos haciendo aparecer su movimiento en Huancavelica y Cusco, por ejemplo. De alguna manera, se da cuenta de la territorialidad y su importancia para construir formas de organización, algo que dejó de lado el grueso de la clase política.
Así, Vladimir Cerrón ha competido, durante estos meses, con todos los partidos de izquierda mostrándose más radical que cualquiera. Para Eduardo Ballón, en las acciones no es así: “De lo que has visto hasta ahora, queda más o menos claro que el señor tiene de comunista lo mismo que mi abuelita. Tiene ocho meses manejando el ministerio de Energía y Minas y ¿has oído una sola propuesta radical en ese ministerio? Ni una. Y digamos que su máxima radicalidad ha pasado por tener a este personaje en Petro Perú y al final han tenido que llamar a Campodónico para ver si logra ordenar lo que han descalabrado”. Entonces, ¿qué es lo que busca liquidando a Verónika Mendoza, Nuevo Perú y Juntos por el Perú? “Como entiende el Marxismo de manual, el funcionamiento del tiempo en la política. El objetivo de Cerrón en esto, que para él es un periodo de la política, es ocupar él y su partido como fuerza única el espacio de la denominada izquierda… Tenía que liquidar también lo que quedaba de la vieja izquierda, Patria Roja, los restos del partido comunista, etc. Él tenía claro, lo ha dicho en más de un tuit (y en entrevistas), que fue inesperado el resultado electoral, que la aspiración que tenía era salvar su inscripción y que, por lo tanto, su actuación en este ciclo político, se justifica”.

—O sea, ¿con la mitad de lo que tiene estaría encantado?
Con lo que tiene siente que ha ganado y que puede ganar más.
—¿Es un asunto de largo aliento?
Sí y eso se explica cuando Perú Libre vota en el Congreso con el fujimorismo o APP las normas para las elecciones regionales que los favorecen para jalar ‘clientes’. Esa contrarreforma electoral la hacen con la expectativa de ganar espacios, no es casual que sea APP, billetera mata galán.
—¿Luego podría ser responsable, como jefe de partido, de las consecuencias de este gobierno?
Sin duda puede, eventualmente, ser encarcelado. Pero tiene una estructura que puede seguir funcionando incluso desde la cárcel. Si, sin tener ninguna estructura, Antauro Humala es un personaje de la política peruana y sigue provocando terror, es más o menos claro que con estructura él va a seguir haciendo política. Dentro de toda esta lógica, lejos de Pedro Castillo, queda claro que para Vladimir Cerrón no necesariamente es importante sumar fuerzas aparte de la suya, algo que se necesitaría para democráticamente poner en práctica sus ideas. Mientras tanto, su irrespeto a las instituciones y a todo el sistema, provocan desconfianza y hasta miedo en una gran mayoría de peruanos.
—¿Y se trata de dar miedo?
El miedo es parte de la política, no exclusivamente, pero moviliza una enorme cantidad de sentimientos y él juega con quienes se le ponen al frente. Porque a quien han responsabilizado de castrochavista y de pertenecer a la embajada de Cuba es a Cerrón. Él es el malo y Castillo el tonto.
—¿Tiene coherencia con su discurso?
Creo que tiene viveza. Muchas de las cosas que pone en sus tuits es buscando una respuesta y frecuentemente la ha encontrado y ha ido fijando su presencia con una imagen determinada. En algunas cosas le gana su hígado, su odio visceral.
—Y su necesidad de protagonismo…
Eso es parte de la personalidad de muchos de los líderes que se consideran mesiánicos, y él tiene una cierta dosis de mesianismo. Pero lo que trato de decir es que siendo un personaje de manual es un tipo que trata de hacer política, que juega a la política y que lo hace como la clase política tradicional.
Cabe preguntarse, ¿qué puede generar con todo esto Vladimir Cerrón? ¿Será que su discurso puede terminar por enterrar a la izquierda como opción política en un futuro cercano y darle impulso con sus acciones a la extrema derecha? Lo sabremos más adelante. Por ahora queda claro, tras este análisis, que Cerrón no parece ser ni tan excepcional, ni tampoco, tan inofensivo.