
La Cumbre de las Américas es uno de los foros más trascendentes a nivel regional, que convoca a los Jefes de Estado de los países independientes que conforman nuestro continente con la finalidad de abordar los ejes temáticos más importantes relacionados al desarrollo económico, social y político de la región, con una visión compartida y articulando políticas comunes para el bienestar de sus ciudadanos.
La concurrencia a este importante foro resulta fundamental para los Estados Americanos, puesto que constituye la oportunidad de poder canalizar, de manera conjunta, los principales esfuerzos regionales para abordar las distintas problemáticas internacionales, tales como la postpandemia, el efecto de la guerra ruso-ucraniana y las intensas y desbordantes migraciones, entre otros. Significa, además, un compromiso constante de articular políticas conjuntas de acuerdo con los derechos humanos reconocidos en la Carta Democrática Interamericana y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José). A su vez, permite fortalecer nuestra gobernabilidad, los lazos de solidaridad, cooperación e integración entre los Estados participantes, coadyuvando a entablar una comunicación constructiva y práctica entre gobiernos y constituyendo una de las máximas expresiones de multilateralismo en el hemisferio.
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En el año 2018, el Estado peruano albergó la octava edición de tal certamen, proponiendo como eje central el tratamiento de los efectos de la corrupción en los gobiernos democráticos, así como las acciones conjuntas para alcanzar estándares institucionales de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la Agenda 2030. En ella se adoptó el “Compromiso de Lima” relativo a la “Gobernabilidad Democrática frente a la Corrupción”, significando un importante paso regional frente a esta problemática que, según datos estimados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), supone una pérdida monetaria de alrededor de 220.000 millones de dólares anuales, cifras que, según algunas estimaciones especializadas en la materia, sería suficiente para dar solución a la pobreza extrema en América Latina.
La novena versión de la Cumbre de las Américas se desarrollará del 6 al 9 de junio del corriente en Los Ángeles (California), EE. UU., bajo la temática “Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”. En este contexto, se espera que los Estados participantes puedan alcanzar compromisos fundamentales para vigorizar la respuesta y la tenacidad ante la pandemia, así como se desarrollen acciones concretas para fomentar la recuperación ecológica y equitativa con visión integral de diversidad e inclusión. Será la segunda vez que Estados Unidos sea el anfitrión del citado evento, siendo la primera vez, durante la administración de Bill Clinton, la edición que inauguró este foro en diciembre de 1994. La convocatoria del presidente Joe Biden permitirá reaproximar la distancia entre este país y los demás Estados de América, recuperando y reforzando los lazos de cooperación comercial y financiero, así como de diálogo multilateral.
La invitación al Estado peruano para participar en este cónclave se enmarca en el reconocimiento de nuestro gobierno de ser respetuoso con los más altos estándares democráticos y como participante activo del Sistema Interamericano. Recuérdese que en octubre próximo acogeremos la 52º Asamblea General de la OEA. Nuestra concurrencia resulta primordial considerando las oportunidades que ofrece este evento y como muestra de la impronta de una política exterior peruana creyente de los principios del derecho internacional tales como la coexistencia pacífica entre los Estados, de la autodeterminación de los pueblos y de la solidaridad y desarrollo regional que deben prevalecer como designios sobre las diferencias ideológicas y políticas.